Martí y el respeto a los trabajadores

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Una vez más, ahora que comienzan otros 366 días, debemos analizar el cómo brotan las riquezas. No es lo mismo alcanzarlas con el llamado sudor de la frente que de manera cómoda.

Para obtenerlas, ese comportamiento es fundamental, porque define la naturaleza de conseguir dinero honradamente.

José Martí valoró la importancia de laborar, cuando dijo en sus Cuadernos de Apunte en 1881: “El trabajo me engolosina. El trabajo me pone alas. A otros embriaga el vino; a mí, el exceso de trabajo”.

Mantuvo en alto respeto a los trabajadores. En carta dirigida a Serafín Bello, en noviembre de 1889, comentó que “el obrero no es un ser inferior ni se ha de tender a tenerlo en corrales y gobernarlo con la pica, sino en abrirle, de hermano a hermano, las consideraciones y derechos que aseguran en los pueblos la paz y la felicidad”.

Así calificó al quehacer laborioso: “El trabajo embellece. El trabajo disciplina. El trabajo nutre, la pereza encoleriza y enloquece. El trabajo rehace en el alma las raíces que le arranca la muerte. El trabajo es piadoso”.

Nos enseñó nuestro Apóstol que el hombre crece con el trabajo que sale de sus manos, mientras se depaupera y envilece a las pocas generaciones la gente ociosa…”.

Expresó, además: “Entregados al trabajo, no hay manera de que la pena nos venza”.

Su idea defendida de que “con el trabajo honrado jamás de acumulan esas fortunas insolentes” subrayaba el valor del fruto salido de las manos, cuando se obtenía de forma honesta.

Sobre tal pensamiento insistió: “La riqueza que por otra vía no venga trae oculto, en su seno cubierto de seda, un nido de sierpes”.

En no pocas ocasiones se refirió el Maestro “a la única fuente de riqueza” capaz de darnos dividendos para poder disfrutar en la vida. Solo a fuerzas de esfuerzos se consigue el mérito de lo labrado y “… nadie tiene derecho a lo que no trabaja”.

Las consecuencias negativas para la sociedad, provocada por la vagancia, no sólo estaban en la limitación de los bienes materiales, sino en las actitudes nocivas engendradas por esas personas desocupadas. “Créese riquezas públicas, protéjase el trabajo individual; así, ocupada las manos, anda menos inquieta la mente…”, sentencia.

Para el Apóstol, la Patria necesitaba de hijos que en el campo de batalla le conquistaran su independencia, pero heroica, también, resultaba la capacidad tenida a la hora de construir la sociedad, “… el que llevó las estrellas de la guerra no es general de veras hasta que con sus propias manos no se ponga en el hombro las estrellas del trabajo”, afirma.

Fue así como lo concibe como sinónimo de placer, de milagro, de disciplina, fructificador, fuente de fuentes, creador del bienestar espiritual y subraya: “Como el arte de acuñar las ideas en oro o plata o en su capacidad de convertir en amarillo lo negro”.

La repercusión de este fundamental deber queda explicada de manera absoluta: “No hay más que una vara, a cuyo golpe se abre en agua pura toda roca: es el trabajo”.

Para el organizador de la guerra necesaria cubana de 1895, contra el colonialismo español, “el hombre crece con el trabajo que sale de sus manos”, en alusión al poder de construir y fundar de todo ser humano durante el tránsito por la vida, con total validez para la sociedad cubana de hoy, en lo decisivo de actuar y pensar como país.
 
Author: Hilda Pupo Salazar
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Periodista especializada en temas de educación y valores. Autora de las columnas Página 8 y Trincheras de ideas.

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Comentarios  

# Jorge Galbán Blanco 18-01-2020 08:32
Importante artículo del pensamiento martiano, vigente y necesario. El respeto a los que trabajan fortalece la unidad.
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# Ventura Crballido Pupo 22-01-2020 16:46
Ni delincuentes, ni clandestinos, ni vende patria, podrán con un pueblo de Patria O Muerte. Cuba es harina de otro costal. Aquí se estrellará todo intento contrarrevolucionario
Los cubanos agradecidos somos personas mesuradas, tranquilas que abogamos por la paz, que no queremos violencia; pero cuando se trata de ofensas a líderes revolucionarios que lo han dado todo por la soberanía nacional o ultraje a obras monumentarias que resguardan el reconocimiento a profundas historias cosechadas fruto de la heroicidad, que han sido erigidas para dignificar a hombres que simbolizan lo más puro de la lucha por la libertad de la Patria, como son las erigidas al apóstol José Martí, no entendemos y no aceptamos bajo ningún concepto ninguna acción contrarrevolucionaria
Me detengo sobre el denigrante hecho que ha ocurrido recientemente y publicado abiertamente por los medios. Se trata de nuestro Héroe Nacional José Martí que nuestros niños el día del nacimiento y el de la caída en combate, le rinden sagrado homenaje con flores en sus manitas de hombre fuerte la depositan al pie de esos mismos Bustos que esos delincuentes, mercenarios, descerebrados y drogadictos, ultrajaron cobardemente.
No se puede olvidar, la cínica . inaceptable y absurda expresión de de Aldo Rodríguez Vaquero, crápula gusaneril al expresar de que ¿porque no se le puede echar un poco de sangre a Martí? A los monumentos de Martí.
No se le puede echar, --tal como lo expresó un forista de la paria,- ‘’porque en Cuba respetamos, amamos, defendemos a nuestros Héroes y mártires. No se le puede echar, porque un insulto de esta naturaleza tiene que responder a la justicia de los hombres. A nuestras leyes. .No se le puede echar, porque se derramó mucha, pero mucha sangre de verdad, de la valerosa, de la necesaria, para poder hoy disfrutar de esta Revolución que es como expresara Martí, Con todos y para el bien de todos’’.
Millones son las razones para defender el proceso revolucionario cubano, donde sobra dignidad y arrojo en un pueblo decidido y convencido para defender a capa y espada como dignos herederos del legado Martiano por la dignidad plena del hombre.
Entregar la Revolución, cancelar esta noble sociedad que vivimos, es faltarle a Fide, a Raúl, al Che, a ese Presidente Continuador laboriosos luchador al frente de su pueblo por un mundo mejor, Miguel Diaz- Canel y es faltarle al propio héroe José Martí.
Es faltarle a los 20 mil cubanos murtos en la etapa libertaria de la patria y sus familiares.
Es faltar al honor, a la dignidad plena del hombre, al decoro y a la vergüenza revolucionara que se nos ha inculcado.
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