Corderos y caníbales
- Por Rolando Casals / Estudiante de Periodismo
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Este artículo contiene spoilers del filme El silencio de los inocentes (1991)
Rodeado por aquella multitud llegué a una conclusión: los caníbales venden entradas. Los asientos seguían llenándose y en la sala, todavía iluminada, proyectaban “El narrador de cuentos” si no me equivoco (¿Se acuerdan? Eso sí daba miedo.)
Con más preámbulo del que he visto en la mayoría de funciones, nos lanzaron dos advertencias: la película posee una de las rachas más impresionantes de los Oscars (mejor película, mejor director, mejor actor, mejor actriz y mejor guion adaptado) y no es para estómagos sensibles. Hágase la oscuridad, es hora de aterrarse.
The Silence of the Lambs (1991), o El silencio de los inocentes en Latinoamérica (gracias, traductor, por explicarnos el simbolismo), no es la primera aparición de Hannibal Lecter en el cine.
Brian Cox (Logan Roy en Succession) interpretó al psiquiatra con la dieta más peculiar del mundo en Manhunter (1986), dirigida por Michael Mann (el director de Heat o Fuego contra Fuego, en español) y primera adaptación cinematográfica de las novelas de Thomas Harris, que ha dedicado su producción literaria a las “aventuras” de Hannibal, el Caníbal.
Aquel filme pasó desapercibido, lo cual es curioso, pues comparte con El silencio de los inocentes una premisa similar. Años después, gracias al éxito de su secuela, adaptarían de nuevo la primera novela de Harris en Red Dragon (2002) con Hopkins repitiendo el papel de Hannibal. Ni esta, ni el resto de secuelas y precuela replicarían el éxito de la única peli de terror que se ha llevado la estatuilla a mejor película.
Clarice Starling (Jodie Foster), joven promesa del FBI, se lanza a la caza de Buffalo Bill, un despiadado despellejador de mujeres inspirado en el asesino en serie real Ed Gein¹. En la persecución de Buffalo Bill cuenta con la inestimable ayuda de los acertijos de Hannibal Lecter (Anthony Hopkins), otro asesino.
Jonathan Demme, su director, nos ofrece un thriller con excelente ritmo y una estética sombría que aprovecha los planos cerrados para aumentar la claustrofobia. La química entre Foster y Hopkins es excepcional, tomando en cuenta las pocas escenas en las que aparecen juntos.
Lecter ejerce como una suerte de terapeuta siniestro y acaba protagonizando una subtrama de fuga tan genial (inspiraría uno de los chistes más divertidos de The Office) que se le perdona como desvío del conflicto central.
Algunos elementos de la narrativa resultarían sin duda controversiales en la actualidad, por suerte, estos son empleados de forma astuta para reforzar el horror, con resultados dispares. Por ejemplo, la soledad de Clarice, avasallada por presencias masculinas podría interpretarse como subtexto feminista o misógino (según a quien le preguntes).
En el otro extremo está la caracterización de Buffalo Bill. Si bien el texto hace lo posible por alejarlo de malinterpretaciones, recuerda a representaciones negativas de determinados colectivos: nada nuevo en el terror o el cine en general, donde se recurre a los prejuicios de una época para enemistar de manera visceral al público con ciertos personajes.
Buffalo Bill debería causarnos repulsa por su comportamiento criminal, no por su identidad de género. La escena del baile frente al espejo, aunque destacable, se antoja gratuita y, por las varias exclamaciones de sorpresa que provocó en el público, conserva su impacto. No obstante, Ted Levine da vida a una fuerza antagónica que protagoniza escenas escalofriantes como la de las gafas de visión nocturna.
Al llegar el final, los aplausos se extendieron mientras Lecter se pierde en las calles africanas vistiendo con singular elegancia. Cuando salía escuché a un joven afirmar: ¡Qué clase tabaco! Bueno, si imaginamos esta peli como un producto reconocible y codiciado, estimulante aunque algo dañino para la salud; entonces sí, ¡qué clase tabaco!
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1- Ed Gein: Este criminal estadounidense también inspiró a Norman Bates de Psicosis (1960) y Leatherface de La masacre de Texas (1974), íconos del cine de terror.