Ética que nos distingue
- Por Rodobaldo Martínez Pérez
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Es para estudiar, constantemente, la excelente estrategia política que Fidel otorga al trabajo político y a la política, para general el valor con que distingue a la propaganda en la concientización del pueblo, para la unidad de las fuerzas revolucionarias.
El Che, al captar la esencia de esta insuperable comunicación entre el líder y el pueblo, destaca: “En las grandes concentraciones públicas se observa algo así como el diálogo de dos diapasones, cuyas vibraciones provocan otras nuevas en el interlocutor”.
Fidel desde “La Historia me absolverá” despliega un pensamiento económico con la doctrina marxista y la ética martiana, que hoy requiere su total actualidad desde la moral que nos distingue.
En los últimos acontecimientos de la nación: El X Pleno, la Asamblea Nacional y la conmemoración del Aniversario 72 de los asaltos a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo refuerzan que la unidad y la ideología son decisivas para la Revolución Cubana y hay que construirlas todos los días, con el más mínimo desvelo por su fragilidad social en la actualidad.
La historia de Cuba y el ejemplo en las ideas de sus próceres, principalmente de Martí, Fidel devienen en fuentes argumentales esenciales para demostrar la necesidad de avanzar, todos los días, hacia la plena liberación nacional, a pesar de tantas complejidades.
La unidad y la ideología viven en la conciencia de cada persona, por eso es tan efectiva la estrategia política de Fidel y esa ética revolucionaria que predomina en nosotros tras el aprendizaje, respeto, principios y valores que se apropian de la conciencia para el actuar en cada quien.
Es imprescindible conocer, reflexionar y saber enfrentar todo lo que hoy en la sociedad cubana laceren la unidad e ideología, como por ejemplo un mal trabajo en la formación patriótica y revolucionaria en las nuevas generaciones, en la formación de los principios y la ética desde las primeras edades, tanto en las familias como en las escuelas, con ese esencial precepto en el Concepto de Revolución, de Fidel: “No mentir jamás.”
Nos debilitan fallas en el asegurar políticamente la implementación del Programa de Gobierno, para eliminar distorsiones y reimpulsar la economía y en el enfrentamiento de las tendencias negativas presentes en la sociedad.
Muy necesarios son los espacios de análisis, polémicas, reflexiones y debates revolucionarios que aporten ideas, iniciativas, participación, soluciones, medidas para enriquecer la decisiva toma de decisiones, con un pueblo tan político, instruido e inteligente, con tantas sapiencias acumuladas.
Es acometer acciones cada día con convicciones claras como principios que es posible sostener y ganar batallas que tantas faltas haces en todos los órdenes, desde la ética revolucionaria, esa que nos enseña Fidel cada día para que predomine en nosotros el respeto para hacerlo desde el imprescindible y cotidiano sacrificio, esfuerzo y trabajo creador.
Y todos esos propósitos desde las acciones y programas construidos colectivamente y con el indispensable control popular e institucional que garantizan la participación del pueblo en la supervisión, fiscalización y decisión de prever, adelantarnos a los acontecimientos y enfrentarlos con inteligencia, esfuerzo e innovación.
Para la concientización del pueblo. para la unidad de las fuerzas revolucionarias cada día hay que hacer realidad la convicción reiterada por el General de Ejército Raúl Castro Ruz de que sí se puede salir adelante y vencer la actual situación por nuestros propios esfuerzos y resultados, pero para lograrlo se requiere más disciplina, organización, conciencia y constancia.
Como reitera Miguel Díaz-Canel Bermúdez, primer secretario del Comité Central del Partido: “Depende de nosotros, y solamente de nosotros, ser lo suficientemente eficientes, aun en las difíciles circunstancias de actuar con manos atadas por el bloqueo que algunos pretenden soslayar. Es un desafío retador, pero no imposible.”
Es un buen momento para recordar al artífice en el arte de hacer política en Cuba, Armando Hart, en su convicción de que el ideario martiano debía ser brújula ética y política para el Partido. No como una consigna, sino de una práctica viva: estudiar a Martí, divulgar su pensamiento y aplicarlo a los desafíos contemporáneos. Martí es el alma del Partido y su legado debía estar presente en cada decisión, en cada discurso, en cada acto de militancia.