No a lo negativo

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“Nada lesiona más que tu propia mente” decía, con su veta de poeta y una amplia sonrisa, Angélica Peña Guerrera, mi abuela paterna, de quien heredé la Ataxia.

Ahora que preparo esta columna sobre la importancia del pensamiento para la autofelicidad, le doy toda la razón, que no entendía cuando niña, en mi Mejía natal, rodeada de tanto amor y tranquilidad.

Es tu mente la mejor amiga o peor enemiga, la principal ayuda o suplicio, de ahí la importancia de saber entrenarla para el bien, sin dejarse irritar ni penetrar por ruidos invasivos, que luego no puedes apagar, como mentiras, las personas tóxicas, obsesionados consigo mismos, los de altos egos, envidiosos, ambiciosos, con diálogos perjudiciales que conviertes en un monólogo repetitivo y demoledor.

No puedes permitir que tus pensamientos maléficos se reciclen, incluso cuando lo sucedido quedó atrás hace un buen tiempo, porque conviertes el presente en algo desagradable, taxativo y posiblemente peligroso para ti.

Hay que controlar toda corriente que te produzca ansiedad, miedo o cólera y es cambiar las relaciones con ellos con meditación para transformar creencias imaginarias y casi siempre erróneas.

De acuerdo con investigaciones sobre los procesos y efectos de la meditación “es un subcampo cada vez mayor de la exploración neurológica… empleada para ver lo que sucede en el cuerpo de las personas cuando meditan con regularidad…”

Lo que significa, en este caso, poder cambiar tu relación con los pensamientos, emociones y sentimientos, al convencerte de su naturaleza fugaz y como desaparecen, porque el simple hecho de tenerlos no significa que debes creerles y menos actuar.

Se aconseja, para que cuides de tu felicidad, pensar menos y hacerlo positivamente, o sea quererte más, valorar las situaciones del mejor modo posible, lograr que la mente ponga el oportuno freno y descanse más.

Las personas son tan felices como deciden y deben saber los momentos necesarios para la reflexión, análisis, búsqueda de opciones y deducción en su justa medida, para la adecuada toma de decisiones.

Al contribuir a controlar los pensamientos y darles cada vez más calidad, crece tu bienestar, con estrategias para el afrontamiento al estrés, depresión, trastornos de ansiedad, dolores crónicos e insomnio.

Aristóteles, filósofo, polímata y científico griego considera la felicidad como el supremo bien y el fin último del hombre. Es la máxima aspiración humana y resulta del todo posible lograrla conjugando los bienes externos, del cuerpo y del alma y aconseja: “Piensa como lo hacen los sabios, pero rodéate de gente sencilla”, mientras el filósofo chino Confucio afirma: “Quien quiera estar en constante felicidad debe cambiar con frecuencia” y Pablo Neruda sentencia:” Felicidad no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos".

Author: Hilda Pupo Salazar
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Periodista especializada en temas de educación y valores. Autora de las columnas Página 8 y Trincheras de ideas.

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