El más universal de los cubanos
- Por Hilda Pupo Salazar
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Con la muerte en combate del Mayor General José Julián Martí Pérez, aquel domingo después del mediodía del 19 de mayo de 1895, hace 129 años, en combate contra el colonialismo español, fue uno de los más decisivos golpes a la Guerra necesaria que con tanta dedicación y sacrificio organizó, al lograr unir los pinos viejos con los nuevos.
Su ascenso a Mayor General del honroso Ejército Libertador Mambí, el 15 de abril de 1895, es un hecho trascendental en su vida, en reconocimiento a los servicios desplegados en la preparación de la Guerra y su talento estratégico bases de la doctrina política y militar cubana en ese conflicto.
Así dice en su Diario de Campaña: “Gómez, al pie del monte, en la vereda sombreada de plátanos, con la cañada abajo, me dice, bello y enternecido, que, aparte de reconocer en mí al Delegado, el Ejército Libertador, por él su jefe electo en consejo de jefes, me nombra Mayor General. Lo abrazo. Me abrazan todos. —A la noche, carne de puerco con aceite de coco, y es buena”.
Martí estudió los principios del arte militar y de la política asociada a los conflictos, las guerras napoleónicas, la de secesión de los Estados Unidos y otras contiendas del siglo XIX y, minuciosamente, la de los Diez Años, las causas de su fracaso, así como la denominada Guerra Chiquita.
Para la Guerra Necesaria constituye, en 1892, el Partido Revolucionario Cubano, con decenas de representaciones o clubes, en América Latina, Estados Unidos y Europa que servían para el trabajo político, pero también para realizar acciones conspirativas y adquisición de recursos en la preparación de la contienda.
Dirige con exquisitez la preparación en Cuba de la Guerra del 24 de febrero de 1895 y logra, clandestinamente, los envíos de textos en claves con representantes del Partido, organizó un sistema de inteligencia del Ejército Libertador en La Habana, que dirigió José Candelario Pons y Naranjo, que no descubrió el espionaje español.
Martí, a pocas horas de su fatídica muerte, en Dos Ríos, conjuntamente con Gómez, redactan una circular a jefes y oficiales del Ejército Libertador con instrucciones para las acciones militares y principios políticos en la nueva contienda, totalmente convencido que al triunfar se iniciaría la nueva República: “…con todos y para el bien de todos…”.
La caída de José Martí significó para Cuba la pérdida de uno de los hijos más ilustres, al más universal de los cubanos y patentiza su famosa frase, “la muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida”.
Como asevera el director de la Oficina del Programa Martiano, doctor Eduardo Torres Cuevas: “El día anterior a caer en combate, Martí comienza a escribirle una extensa carta a su queridísimo hermano, Manuel Mercado. Su inesperada muerte la dejó inconclusa. El texto es suficiente para conocer las esencias y las estrategias del proyecto revolucionario martiano. Una gran incógnita se levanta con la última palabra escrita. Por lo pronto, el texto desmitifica la romántica y especulativa idea de que el Maestro buscara la muerte en el encuentro de Dos Ríos.
“Como guía de un pueblo que ha lanzado a la guerra, debía ser el primero en enfrentar al enemigo, pero no desconoce los riesgos necesarios. Con orgullo escribe: Ya puedo escribir (…). Ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber –puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo– de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice y haré, es para eso. No hay desánimo ni tristeza y, lo más importante, piensa con entusiasmo en lo que hará…”
El Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, en la conmemoración del XX aniversario del 26 de julio dijo: “… Martí nos enseñó su ardiente patriotismo, su amor apasionado a la libertad, la dignidad y el decoro del hombre, su repudio al despotismo y su fe ilimitada en el pueblo. En su prédica revolucionaria estaba el fundamento moral y la legitimidad de nuestra acción armada. Por eso dijimos que él fue el autor intelectual del 26 de julio…” Y en otra oportunidad, sentenció: “…Lo que soy y lo que siento, se lo debo más que a nadie a Martí. Por él me convertí en revolucionario y su enorme influencia en mí durará hasta el último aliento de mi vida…”.
El mejor homenaje hoy y siempre a Martí será ser fieles a su legado y fieles continuadores de la Revolución, porque sus ideas y ejemplo viven y vivirán eternamente en su pueblo cubano.