De libros y aviones

  • Hits: 2864
Frente a la imponente Catedral de Guadalajara.

Los mendigos a las puertas de la fabulosa catedral de Guadalajara lucen en sus mejillas la pátina charolada de las imágenes del templo. La indígena bajo el manto morado, que tiende su mano al devoto y al turista, posee el semblante inescrutable de las vírgenes de loza.

He vuelto a integrar las impersonales filas políglotas de cuatro aeropuertos, con su requisa monocorde; a degustar el magro menú de los aviones; a llevar sobre la espalda la resaca de la aceleración aeronáutica. En las filas, tomo fotos y espío a los desconocidos, me pregunto cuáles son paisanos, cuántos emprenden un viaje sin regreso, quiénes lo van a lograr...

Los cambios bruscos de temperatura en la capital del estado de Jalisco, que oscilan entre ocho grados en la noche y 27 en horas del día, me recuerdan a la monja mexicana que, en Holguín, me dijo: “Nos llaman cebollas porque siempre nos estamos quitando capas”.

Con la escritora Laidi Fernández de Juan y el especialista Carlos Alberto Negrín, alma del stand de Cuba.

Con parte de la delegación cubana a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara nos disolvemos en el mayor foro de este tipo a nivel continental y de los primeros en el mundo del negocio editorial, justo en los días en que las redes sociales viralizan las opiniones de AMLO, quien le llama cónclave de derecha y rehúsa participar en el evento, que recibe como invitado a la Unión Europea este año.

Ediciones Cubanas, Citmatel y el Instituto Cubano del Libro ocupan tres pequeños espacios, que intentan visibilizar al mundo editorial de la isla, en medio de la caleidoscópica diversidad de la FIL, que se divide en dos áreas: internacional y nacional, señalizadas como calles en un gran mapa alfabético. De los libreros cubanos, destacan el entusiasta Carlos Alberto Negrín y los hacedores de milagros de ediciones Vigía y Papiro.

Inevitablemente, se sufre el efecto de la saturación ante la diversidad de propuestas, que exceden el marco del libro tradicional para explorar otras formas de consumo, como la literatura electrónica, el audiovisual, los juguetes y suvenires, en espacios bien caracterizados. Paneles, conferencias, foros, debates, presentaciones… convocan a los profesionales del mundo editorial, como el referido a inteligencia artificial y derecho de autor, que me dejó encantado y perplejo.

Panel "La mujer cubana en la producción artística".

Cuatro momentos reúnen a la delegación cubana: el panel sobre el papel de la mujer cubana en la literatura y la producción cultural, acogido por el stand del Fondo de Cultura Económica de México (FCEM) y dónde llevan la voz cantante Lirians Gordillo, subdirectora de la Editorial de la Mujer; la dinámica Iyaimí Palomares, presidenta de la Cámara Cubana del Libro, y la entrañable escritora Laidi Fernández de Juan; luego, la presentación del poemario Marabunta, del chiapaneco Balam Rodrigo, publicada por la editorial cubana Arte y literatura; sendas tertulias con el solidario Instituto Mexicano Cubano de relaciones culturales José Martí y el gremio de cartoneros, respectivamente. Allí leemos textos y el trovador Eduardo Sosa regala temas inolvidables: La bayamesa, Yolanda...

Vienen también con nosotros Alain Planells, quien dirige la Agencia Literaria Latinoamericana; Rafael Acosta de Arriba, profesor, ensayista y crítico de arte; el poeta Carlos Augusto Alfonso y Leonardo Castillo, de la librería habanera Tuxpan, perteneciente al FCEM.

De derecha a izquierda, junto a la escritora Laidi Fernández de Juan, el politólogo Ignacio Ramonet y Sandra Sarmiento.

Desandando la feria se producen agradables encuentros: el politólogo Ignacio Ramonet, el periodista mexicano Paco Ignacio Taibo II y su equipo; aquella amiga de la Universidad de Oriente que, 32 años después, resucita “llevando” la comunicación para la Unión Europea en la FIL; mi amiga Natacha, periodista tunera que cursa un máster en la Universidad de Guadalajara y con la cual iremos a bailar salsa al callejón de los rumberos, espacio singular en el corazón de la ciudad insomne. No es difícil reconocer la identidad de los danzantes: cubanos como trompos, mexicanos esforzados que les copian de reojo, mientras europeos parkisónicos saltan una mazurca. La ciudad nocturna seduce y convida, pero no hay que confiarse: el estado de Jalisco encabeza la lista nacional de desapariciones.

La fascinante gastronomía mexicana muestra su ingrediente más popular: pica tanto que adormece las papilas, y uno de los cercanos a Taibo recomienda las sempiternas tortillas, para que pique menos. La amabilidad azteca halaga: tiene la virtud de servir sin ser vil o servil y carece del falso concepto de que ofrecer buen servicio menoscaba la dignidad, de que adolecen tantos establecimientos y negocios en mi país.

"El amanecer visto desde el Boeing 737 de Aeroméxico me regala la imagen imponente de las cumbres nevadas".

Al regreso, el amanecer visto desde el Boeing 737 de Aeroméxico me regala la imagen imponente de las cumbres nevadas, mi propio milagro personal e intransferible: el Popocatépetl y el Iztaccihuatl, los volcanes que conozco desde niño en mi mundo habitado por libros.

La holguinera Yaritza, toda emoción en el aeropuerto de La Habana, me confirma que estoy de vuelta a casa y me echa una vez más al cielo. El vuelo apacible se convierte en una clase de la geografía insular bordeando la costa sur, con montañas de juguete, mares de espejo y corrientes de oro líquido hechizadas por el sol hermoso de la tarde.

Artículo relacionado:

Juntas por sabiduría


Escribir un comentario