Sin dejar nada para mañana
- Por Rodobaldo Martínez Pérez
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Cada año apostamos por el avance, conscientes de que el camino es abrupto con obcecadas y astutas trampas del enemigo de siempre.
De ahí la importancia de no hacer más de lo mismo en este 2024, sino cambiar lo que no da resultado, desde la perspectiva de asumir al marxismo como proceso que anula y supera lo negativo en la transformación social.
Todo lo cual requiere promover más la virtud de la sinceridad, para ser capaces de llamar a las cosas por su nombre, porque el mayor nivel de entrega que exhorta la máxima dirección de Cuba, obliga a ser más exigentes y estrictos en la organización y el control, a establecer prioridades dentro de las prioridades y a definir estrategias pertinentemente.
Es modificar métodos y estilos de trabajo sin resultados, cumplir la palabra empeñada, transformar la mentalidad que no triunfa, cambiar la imagen negativa que de algunos centros laborales y servicios tiene la población, admitir que todo lo hecho hasta el momento puede hacerse mejor y materializarlo.
Es conducir bien los equipos de trabajos “para que todos aporten con el mismo sistema, nivel de compromiso, de sacrificio y de convencimiento de la responsabilidad que les asiste con el pueblo y con la solución de los problemas”, como recientemente reflexionó Manuel Marrero Cruz, en un encuentro con los gobernadores de las provincias.
No puede haber justificaciones para que cualquier decisión que impacte de manera positiva al bienestar de la población hay que tomarla sin vacilar y la confianza del pueblo en sus representantes tiene que ser correspondida con resultados.
La anterior máxima representa la defensa constante al concepto de Revolución de Fidel Castro para ser tratado y tratar a los demás como seres humanos y en el quehacer cotidiano consolidar la solidaridad y el humanismo, fortalecer el compromiso de atender adecuadamente y con exquisitez a las preocupaciones de la población y ser capaces de colocarse en el lugar de la otra persona, además de velar por la no violación de los principios de la ética y la moral.
Sabemos que necesitamos emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos, lo que significa en los municipios una constante exigencia para enriquecer sus entornos, con la inteligencia y el aporte de sus habitantes para lograr un constante avance autotransformador en pos de su desarrollo sostenible.
Todos sabemos que es de alta prioridad producción de alimentos, con el apremio de multiplicar las buenas experiencias que demuestran que es posible lograr más y darles mayor atención a los productores, con iniciativas que motiven sembrar y criar en sus parcelas, patios o cualquier pedazo de tierra de la agricultura familiar, suburbana y urbana, con el objetivo de alcanzar niveles crecientes de bienestar espiritual y material en cada comunidad.
Es aprovechar todas las políticas públicas locales como instrumento de la labor de gobierno, en aras de la satisfacción de las necesidades en la instancia política-territorial más cercana al ciudadano en el nivel primario de organización del Estado.
Como defiende Jorge Luis Tapia Fonseca, vice primer ministro de la República: “Cada cubano debe comprender la necesidad de producir alimentos. Esto debe hacerse desde las mismas escuelas…”
El nuevo año debe convertir las excepciones de buenas prácticas y soluciones correctas de los problemas en las acciones de cada día , al promover constantemente investigación, ciencia, innovación para hallar las soluciones sin apologías, para mantener la mejoría continua de cada proceso, en un constante perfeccionamiento hacia la excelencia, con las decisivas motivaciones subjetivas de todos.
Lo insta Marrero Cruz: “… establecer como sistema de trabajo el de un Gobierno en la calle, junto al pueblo, transmitiendo confianza y seguridad de que de este contexto adverso saldremos victoriosos… No se puede dejar para mañana lo que podemos hacer hoy y hay que exigirle más a toda la cadena de mando”.
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