Imposible olvidar la Enmienda Platt

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"La nobleza del hombre es la memoria", sentenció José Martí y mantenerla activa contribuye a iluminar caminos, aunque resulta vano pedir que arranque de sí lo que la indigna. Tal es el caso de la imposición por Estados Unidos, de la Enmienda Platt, a la Asamblea Constituyente de la "República de Cuba", el 12 de junio de 1901, como apéndice que sostenía en su contenido el espíritu de la Doctrina Monroe (América para los americanos).

Se había cumplido el propósito estadounidense, tras apropiarse de la victoria mambisa sobre el ejército colonialista español, tras el desembarco de sus fuerzas en Santiago de Cuba, el 10 de junio de 1898, la capitulación de esa ciudad, el 15 de julio y la firma del tratado de París el 10 de diciembre, de ese propio año.

En su articulado, la Enmienda exponía, entre otras cosas que,"…el Gobierno de Cuba venderá o arrendará a Estados Unidos las tierras necesarias para carboneras o estaciones navales en ciertos puntos determinados, que convendrán con el Presidente de Estados Unidos". De esa manera instalaron su base naval en Guantánamo y como la revolución echó por tierra sus intereses imperiales, realizaron la invasión mercenaria por Playa Girón en abril de 1961, provocaron la Crisis de Octubre y en 1962 implantaron el genocida bloqueo económico, comercial y financiero contra la Isla.

A esa historia se suman las frecuentes amenazas y actos terroristas, incluyendo la guerra bacteriológica, así como las leyes Torricelli (1992) y Helms Burton (1996); las 242 medidas impuestas por el gobierno de Donald Trump y mantenidas por el de Joe Biden, en medio de la pandemia de Covid-19 y muy a pesar de las condenas casi unánimes de la comunidad internacional en Naciones Unidas, persiste y se recrudece el bloqueo.

Quienes se dejan arrastrar por la política estadounidense hacia Cuba y consideran a la revolución socialista como el principal motivo de tanta agresividad, quizás desconocen que la mirada expansionista del vecino del Norte data de antes de la proclamación de la independencia de las Trece Colonias, en1783 y, dicho sea de paso, esas luchas tuvieron el apoyo de cubanos que engrosaron sus filas, además del aporte económico de mujeres cubanas.

Es decir, la idea de apropiarse de Cuba fue sugerida en 1757 por Benjamín Franklin, reiterada en 1783 por John Adams, en 1805 por Thomas Jefferson; cinco años después por James Madison, cuarto presidente estadounidense y en 1823, por James Monroe, quien llegó a ser el quinto mandatario de esa gran Nación, quien precisó que "la adquisición de Cuba para la Unión sería de la mayor importancia para la tranquilidad interna, tanto como para la prosperidad y engrandecimiento de Estados Unidos".

Es decir, las pretensiones de Estados Unidos de apropiarse de Cuba y convertirla en una colonia, como ocurre con Puerto Rico, no comenzó con el triunfo de la revolución, el primero de enero de 1959, ni con el proceso de nacionalización de las fuentes de riquezas que explotaban. Esa historia está mal contada y quienes la desconocen deben hurgar en el pasado, conocer las políticas de "la Fruta madura", del "Buen vecino", de la implantación de leyes y medidas extraterritoriales injustas; los asesinatos y actos terroristas.

Incluyen la voladura, en la Bahía de La Habana, de su acorazado Maine, el 15 de febrero de 1898, como pretexto para intervenir en el final de la guerra, causando la muerte de la mitad de su tripulación. Esa experiencia los motivó a sabotear, en el puerto de dicha ciudad, el 4 de marzo de 1960, el vapor francés La Coubre, que transportaba armas y municiones, provocando la muerte de casi un centenar de personas y doscientos heridos.

Imposible olvidar tantas vilezas, como la aprobación de la Enmienda Platt en la Asamblea Constituyente de la "República de Cuba", el 12 de junio de 1901, como una manera directa de controlar los destinos de Cuba e intervenir en sus asuntos siempre que lo considerasen necesario.


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