No ignores a los ancianos
- Por Hilda Pupo Salazar
- Hits: 2785
Todos quieren vivir, pero ser, a toda costa, siempre joven para mantener la belleza y el éxito, pero claro no es posible y ya en Cuba, según la Oficina Nacional de Estadística e Información, la esperanza de vida al nacer alcanza los 79 años, en el lugar 33 a nivel mundial.
El anciano merece respeto tanto por la familia, la sociedad, en los centros laborales, en resumen, donde estén. Lamentablemente la gerontofobia es una reacción irracional que puede llevar a actitudes poco éticas con las personas mayores, al desprecio e incluso al maltrato o agresión.
Realmente hay, en diferentes niveles, desatención a quienes no se consideran ya útiles, se ven como una carga, incompetentes para muchas labores, sin valorar las experiencias u otras cualidades que se adquieren solo con el tiempo.
El desprecio es una emoción diferente en cada persona y define su comportamiento para con los demás en expresiones como distanciar, maltratar, bloquear o asumir una actitud activa hacia lo que agrada o molesta.
Hay una combinación entre el deseo de marcar un límite, pero también de intervenir y no quedarse solo en el mero sentimiento y ocurren cuando el individuo no logra adaptarse, sin problemas, a la nueva situación de la que tanto escuchó hablar, pero nunca pensó llegar.
La vejez es el éxodo de una persona que, por razón de los años acumulados, sufre la decadencia biológica de su organismo y un receso, en general, de su participación social.
En algunos casos al llegar a este estadio de la existencia sufren: depresión, sentimientos de soledad, incertidumbre, un mayor pesimismo en torno a su futuro y a veces, hasta pensamientos nocivos.
Por eso a los ancianos deben activarle la vida social, sin tenerlos al margen de los hechos, mostrarles que son útiles, en las relaciones con ellos tener mucha paciencia, mantener la calma, no les lleves la contraria, buscarles motivos para que se entretengan en actividades físicas y mentales.
Es constructivo escucharlos con respeto, trátalos como un igual, sin aislarlos, cooperar con su día a día, preservar su identidad, dignidad, hablarle normalmente, ayudarle a fomenta aprendizajes, no rectificarlos constantemente, ni forzarlos a tomar sus medicinas, ni decirles que necesitan una ducha y respetarles sus finanzas.
A veces, lamentablemente, esos que dieron todo lo bueno del mundo a su descendencia, sin importarles sacrificios, ahora cuando están llenos a arrugas solo reciben maltratos, sin apoyo, acompañamiento y expresiones de constantes desprecios que les estrangulan una mejor calidad de vida, en la última etapa del ciclo vital humano.
Como escribió Rubén Darío, poeta y literato nicaragüense: “Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver!”, mientras Víctor Hugo escritor y académico francés: “Cuando la gracia se combina con las arrugas, resultan adorables. Hay un amanecer indescriptible en la vejez feliz”.
Artículo relacionado:
Balance de emociones positivas y negativas