La pereza
- Por Hilda Pupo Salazar
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Si decides no hacer nada, puedes convertirte en tu propio enemigo, y más si debutas en dejar las responsabilidades por el placer, ocio, o posponerlas en detrimento de las obligaciones más apremiantes. Puede ser el inicio de la pereza, abatimiento o desgano, porque son aliados de negatividades que dañan, producen trastornos del estado de ánimo y perjudican la percepción de todo.
Según especialistas, la procrastinación es un hábito del comportamiento relacionado con el querer y la voluntad de actuar. Se refiere a la acción de retrasar, aplazar situaciones o actividades pendientes, con alta prioridad, cuando a la voluntad comienza a faltarle la energía, debido a un descenso espiritual, por la disminución del deseo por las prácticas tradicionales.
La pereza puede ser tanto desde lo físico, que es una de las expresiones más habituales, o de lo mental, que nace, principalmente, por la falta de motivaciones, al no calcular ciertos beneficios en nada, además de la conocida como existencial, por situaciones emocionales que no resolviste del todo, anteriormente, con agotamiento pretérito.
También ese estado de ánimo tiene una cuarta denominación, la espiritual, por falta de interés y de entusiasmo por la vida en general, al no lograr inculcar iniciativas, proyectos, metas, sin priorizar las rutinas.
Es recomendable, en sentido general, renovar la actividad intelectual para incrementar habilidades, competencias cotidianas, emociones, pasiones, motivaciones, para evitar la sensación de aburrimiento, desde tu potencialidad al auto-motivarte.
No debes rodearte de personas tóxicas, negativas, ni ceder ante la desesperanza, enumera los trabajos pendientes, comienza por los más tediosos, pero prioriza los simples, hazlo por partes, visualiza los beneficios de cada uno, evita las distracciones y mantén un buen entorno.
Ponle atención para no seguir mecánicamente las rutinas, ni adaptarte a ellas, descubre motivaciones, no retrases situaciones urgentes, ni las sustituyas por otras actividades que resulten más agradables y, menos, porque prefieres no hacer nada.
La justificación suele engañar, confundir lo que apremia o no y te victimiza al priorizar lo que no es urgente y contribuye a retrasar proyectos, al decidir: “aquí, ya y ahora”.
Como sentencia el poeta inglés, William Cowper: “Una persona perezosa es un reloj sin agujas, siendo inútil tanto si anda como si está parado”.
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