Huracán vs Pandemia
- Por Hilda Pupo Salazar
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La realidad de hoy cambia, radicalmente, los hábitos de vida, como nunca nadie imaginó, desde la malignidad que puede llegar en el amoroso e inocente beso o en el abrazo de los seres más queridos.
Hay desespero por el encierro en casa, renunciamos a salir con amigos, visitar amistades, celebrar cumpleaños, participar en fiestas, conversar con conocidos, usamos nasobuco, como forma de protegernos y no tenemos costumbre para las medidas restrictivas establecidas.
Ahora, entre tantas sugerencias y protocolos la insistencia crece en la necesidad imperiosa de la percepción sobre el riesgo y el peligro de la realidad ante la mortífera pandemia, que tiene al mundo en vilo y a Cuba en constante jaque.
De ahí el debate sobre cómo reacciona Cuba cuando, con total exactitud, anuncian la posible llegada de un fenómeno meteorológico, casi todos conocen los consejos, advertencias y consideraciones de Rubiera, quien concentra la sapiencia del Instituto de Meteorología y la Defensa Civil cubana, en su conjunto.
Un ejemplo es la reciente tormenta tropical Elsa, que afectó varias provincias del país recientemente.
Tanto Elsa, o cualquier otro fenómeno natural, como la Covid-19 son males nocivos necesitados de lograr una cultura para la protección, con el fin de evitar perjuicios y daños humanos crueles, pero la reacción, en sentido general, no es la misma, aún cuando el final puede ser fatal en cualquiera de sus expresiones.
Ante un ciclón está la respuesta, pero esta pandemia que llegó por China, en diciembre de 2019, un día le tememos y el otro salimos a desafiarla, incluso hasta en la misma casa, con la querida y, muchas veces, desprotegida familia.
El psicólogo, profesor y doctor Manuel Calviño, en su programa: Frecuencia Total, los martes y jueves de la emisora Radio Rebelde, al referirse a esa dicotomía, reflexiona que eso sucede porque para el evento meteorológico, en Cuba, hay una sólida cultura acumulada de muchos años y esta Pandemia es de todos los día sin saber por dónde atacan sus mortales vientos con la falsa creencia que “a mí no me tocara”.
Ahora, cuando recorre el Archipiélago la variante Delta, la más transmisible y agresiva del virus SARS-CoV-2 conocida hasta el momento, conjuntamente con las nuevas acciones organizativas, con el reforzamiento de los consultorios del médico y la enfermera de la familia para la atención de enfermos ingresados en el hogar, la responsabilidad individual y familiar requiere la mayor prioridad.
La compleja situación epidemiológica en el país, con el actual aumento sostenido de las incidencias, elevado número de casos graves, críticos y fallecidos, no permite más descuido humano, con el autoincremento personal de las acciones preventivas y profilácticas.
Todos conocemos que hay en Cuba un fenómeno causal complejo que incluye necesidades insatisfechas, problemas económicos, sociales, además de la infodemia, distorsión de la comunicación, desgaste psicológico agudo y la baja percepción del riesgo, pero este “huracán” mata rápido, con vientos sostenidos de los peores fenómenos naturales que azotaron a la nación.
Reflexionemos con el escritor estadounidense John C. Maxweell: “El mayor día de tu vida y la mía es cuando tomamos responsabilidad total de nuestras actitudes. Ese es el día en que realmente crecemos”.