La dialéctica de los ojos del pescado

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Cuando pienso en el fortalecimiento de la empresa estatal socialista recuerdo el viejo adagio: “No se puede comprar pescado y cogerle miedo a los ojos”, pero, para resultar más filosófica y menos campechana, prefiero comentar sobre el tema desde la dialéctica y su famosa Ley de la Negación de la Negación, de la cual seguro ya, usted, escuchó hablar alguna vez.


El socialismo, por ejemplo, es una negación categórica del régimen capitalista, pero debe ser, también, el mantenimiento de lo valioso que ha creado ese sistema relacionado, fundamentalmente, con el desarrollo de las fuerzas productivas, los avances de la ciencia y la técnica, la rápida generalización de las innovaciones, entre otros aspectos económicos que no se le pueden negar.


Según la dialéctica materialista, la negación es un momento obligatorio del desarrollo, con la transformación de la vieja cualidad en cualidad nueva, que se efectúa siempre sobre la base de lo conquistado en las etapas precedentes, pues el desarrollo no acaece en línea recta, ni en círculos cerrados, sino en línea ascendente, en espiral.


Justo por este principio, lógico y fundamental, confío en que el paquete de 15 medidas, que busca el fortalecimiento y la transformación de la Empresa Estatal Socialista, representa un grado superior, un nuevo paso adelante en el proceso único del desarrollo.


Estas normas, publicadas el pasado 7 de mayo en la Gaceta Oficial número 51 de 2021, ratifican a la empresa estatal socialista como el sujeto principal de la economía nacional, con autonomía en su administración y gestión y un rol estratégico en la producción de bienes y servicios.


Con ellas se busca que, el sistema de empresas estatales, dé el ansiado salto productivo y de servicios, en términos de calidad y economía, dentro de la vida del país. Son facilidades aprobadas en 2020 pero con aplicación integra después del ordenamiento.


Hay profundas modificaciones, entre las que se destacan la flexibilización de la distribución de aquellas utilidades retenidas después de impuestos y la generalización, a todo el sistema empresarial, del llamado pago por alto desempeño a sus trabajadores.


La empresa establecerá el reglamento para la distribución de utilidades a los trabajadores, de acuerdo con el sindicato y el proceder para la determinación de los montos a distribuir a sus Unidades Empresariales de Base (UEB) de acuerdo con la participación real de cada una de ellas en los resultados de la empresa.


Aquí, se precisa la eliminación del límite de hasta cinco salarios medios, sin condicionarlo al cumplimiento o sobrecumplimiento de los indicadores directivos y surgen dos nuevos destinos posibles para las utilidades empresariales: el financiamiento para la adquisición y la construcción de viviendas y la estimulación a trabajadores o colectivos laborales.


Dentro de este acápite se ha puesto en “blanco y negro”, además, la opción de incrementar el capital de trabajo, la amortización de créditos, la capacitación, el desarrollo y las investigaciones, la compensación para financiar inversiones y aportes de capital social para crear empresas, entre otras útiles y necesarias acciones.


Al amparo de las nuevas normativas, quienes ya se habían acogido a la jubilación laboral pueden ser recontratados otra vez, incluso en el mismo cargo que ocupaban en el momento del retiro, cuando resulte interés de la empresa y en relación con las pensiones, se ha modificado el cálculo de las mensualidades para quienes suman más de 45 años de trabajo y decidan reincorporarse por otro quinquenio más.


Aparecen nuevas disposiciones para ajustar el funcionamiento de las UEB, entidades que podrán acceder de forma directa a créditos del sistema bancario o instituciones financieras. Así como aprobar precios y tarifas de sus productos o servicios según lo establecido.


Estas y otras medidas ayudan a liberar procesos y fuerzas productivas, conceden a las entidades herramientas capaces de alinearlas, con la estrategia del país y fortalecer la empresa estatal socialista, como vía esencial para el desarrollo socioeconómico del país.


En un contexto marcado por el impacto de la epidemia, el recrudecimiento del bloqueo y la necesaria aplicación del ordenamiento, el estado cubano busca edificar empresas fuertes, que sustituyan importaciones, cierren ciclos productivos y donde se encadenen todos los actores de la economía, incluido el sector privado.


Podría parecer trillado este asunto, pero, en realidad, la visión será totalmente renovadora, en la medida que, comencemos a ver al trabajador no como recurso humano sino como accionista de la empresa para la cual trabaja, las decisiones importantes se puedan tomar dentro de la propia entidad o en la localidad de gobierno y se aprovechen bien incentivos invaluables como el pago por desempeño exitoso o la construcción de viviendas.


En esta sociedad, cuyo baluarte primordial es la distribución equitativa de la riqueza, nunca se hará “leña con todo y la palma”. Ordenar y fortalecer se trata, siempre, de tomar lo positivo y transformarlo en algo nuevo y superior, de aplicar con inteligencia esas leyes de la dialéctica marxista y de saber, con claridad meridiana, que para comprar pescado usted debe, primero, perderle el miedo a los ojos.

 


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