El “seno” de una madre

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Fue en pleno baño que lo descubrió. Tras una enjabonada en la axila, sintió, parecía como si la bola del desodorante se escondiera bajo la piel. Desde ese instante a la hija de Amalia se le marchitó la sonrisa.
 
El médico indicó exámenes, luego otros y otros; hizo pruebas, otras; y analizó el caso, incluso, con otros. Operó y hasta rezó. Su físico, combinado con la amabilidad de quien rompe protocolos y besa a sus pacientes, hizo que en la sala le llamaran Cristo.

Las pruebas eran dolorosas, pero ante la húmeda mirada de la hija, Amalia, fuerte de espíritu, le habla de “echar pa´ lante”, de confianza, la besa. Más de un año estuvieron ingresadas en el hospital hasta encontrar el “primario” que “lanzó” la “pelota” por “debajo” del brazo.

Se escondía en el seno, el primer sitio donde lo buscaron, y donde se ocultó tanto que logró “despistar”. Llegaron otras etapas, náuseas, inapetencias… Entre más suero, menos pelo. Entonces Amalia le decía a la hija que había que ver la parte positiva: mientras otras buscaban depilarse, ella estaría desprovista de vellos hasta la raíz. – “Y mira que en estos tiempos eso es importante, por moda, higiene, estética, suavidad…”

Era difícil ver en su rostro derrotismo, aunque todos sabían que se preocupaba, sufría, pensaba… Sin embargo, nunca perdió la fe. Amalia interpretaba la mirada de la hija, sabía que para una mujer, la falta de un seno es una agresión a la feminidad, tristeza por la ausencia, herida a la autoestima…Más cuando la edad es verde aún.

Ya otras “compañeras de cuarto” habían visitado el quirófano. Una dedicó media hora a maquillarse antes de entrar y no accedió a quitarse la prótesis dental para que, al salir, el esposo no la viera sin “color”. Él era pintor y sabía demasiado de “cromatismo”.
Los cambios de humor eran más recurrentes, incluso para quien siempre fue muy dulce; pero Amalia hacía “de tripas, corazón”, a lo cubano, para no alterarse, comprender. Hacía planes, proponía viajes, compraba objetos para decorar una nueva habitación. ¿Qué no hace una progenitora por el ser que dio a luz?

Amalia siempre estuvo con la hija, consolándola, alegrándola, pescando sus sonrisas en el pozo del dolor. La hija siempre estuvo con Amalia, la optimista, que siendo quien padeciera de cáncer, no dejó su papel de madre protectora, y por no ver la tristeza de la hija, se sobrepuso a la dura realidad y al malestar.

Quizá fue esa la razón que la llevó a vencer, a seguir viviendo y a tener ese año solo como un mal recuerdo, un difícil pasaje que dejó como rastro en el pecho, una cicatriz.

Este 19 de octubre se celebra el Día Mundial de Lucha contra el cáncer de mama, enfermedad con grandes probabilidades de prevención y cura, pero que afecta a gran cantidad de la población mundial. El autoexamen mensual es un buen punto de partida, para que, de manera temprana, en la batalla ante el tumor, gane la mujer.

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