Chabela: servir con el corazón

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Fotos: Ariel M. Nico
En el corazón del hotel Club Amigo Atlántico Guardalavaca, el snack bar "La Santa María" es más que un punto de encuentro para disfrutar de ofertas atractivas, detrás del mostrador, con su sonrisa característica y una historia que contar se encuentra Elizabeth Almaguer Díaz, a quien muchos conocen como Chabela.

De los 35 años que tiene este complejo hotelero, ella ha trabajado 34 como dependienta gastronómica, siendo la entrega y pasión por lo que hace, factores claves en su desempeño. Originaria de Banes, Holguín, con su inmenso corazón conquista el alma del lugar.

Elizabeth recuerda con cariño sus inicios: “Mis estudios fueron en el curso de Formatur, hace 35 años, era la primera vez que se impartía uno de este tipo en Guardalavaca, desde entonces, no he dejado de aprender y crecer en este oficio”.

Al preguntarle sobre sus primeros días en el hotel, sonríe: “¡Maravillosos! Llevo mucho tiempo y cada jornada ha sido una nueva experiencia. Este lugar es mi casa. Me ha dado la oportunidad de conocer personas increíbles y de formar parte de momentos inolvidables para los huéspedes”.



Es gratificante cuando llega un usuario que estuvo aquí hace 20 o 25 años y todavía te reconoce, habla contigo como amigo. Cuando empecé era delgada, ahora no tanto pero aún me reconocen al verme, eso es de gran satisfacción”.

Chabela comparte cómo ha vivido la evolución del sector y su propio crecimiento personal: “Cada año que paso aquí veo grandes cambios, avances en el turismo y en la forma en que trabajamos. Todos los días aprendemos algo nuevo, ya sea en el servicio o con las tendencias y costumbres de los clientes que nos visitan.

Adaptamos el espacio a los huéspedes tanto cubanos, canadienses, alemanes, todos los que llegan a nuestro hotel reciben trato diferenciado, de acuerdo con sus características, eso hace que cada vez sea diferente”, afirma.

Sobre su mayor aprendizaje, dice: “Me gusta aprender, ya sea empleando las costumbres de la gastronomía tradicional. El trato con el cliente es importante, así como hacerlos sentir felices en nuestra instalación, que como decimos es una casa lejos de casa".



La rutina de trabajo, lejos de ser monótona, le resulta estimulante: “Desde que llego al hotel, es dinámico el montaje de las mesas, la preparación de cada espacio y servir con profesionalidad, lo hace especial”.

A quienes inician en este mundo, les da un consejo claro: “Lo primero es tener carácter y carisma. Los huéspedes deben tratarse con la mejor forma posible, e irnos acostumbrando a cada uno, el saludo nunca debe faltar".

Ella tiene un lugar favorito en el hotel: “El snack bar, puesto de trabajo donde me desempeño con amor para los clientes y mantengo buenas relaciones con mis compañeros de trabajo constituye mi parte preferida”.

Para los huéspedes que visitan por primera vez, les recomienda: “Todos los servicios del hotel son excelentes, pero para una mejor estancia, sugiero los restaurantes a la carta, el Bar Terraza o el lobby".

Almaguer Díaz describe el ambiente y la atención que reciben los visitantes con una sola palabra: “amabilidad”. También comparte una anécdota especial: “Varios usuarios me buscan porque suelen decir que mi servicio es de su agrado, hay otros que llegan al lugar y me abrazan".

Del logro personal que la hace sientir orgullosa en la labor cotidiana, nos dice: “He obtenido muchos logros; el sindicato me ha reconocido mi trabajo”. Sin embargo, para ella, el mayor reconocimiento viene de quienes disfrutan de su atención cada día: “Nuestros clientes me hacen sentir muy orgullosa con sus manifestaciones de agrado por mi servicio”.

Elizabeth no busca protagonismo ni se considera alguien especial, pero sí valora profundamente el cariño y respeto que recibe. “Cuando alguien se acerca y me agradece, o el sindicato destaca mi esfuerzo, siento que todo vale la pena”.

Para ella, el verdadero logro está en la conexión humana: “Lo más hermoso es saber que mi trabajo deja huella en las personas. Eso me impulsa a seguir dando lo mejor de mí cada día en el hotel”.

"Me siento bien recibiendo a estudiantes en mi puesto de trabajo, ellos vienen a aprender y en esos momentos soy una maestra que los enseña a dar un buen servicio, a que lleguen bien al cliente", confiesa con orgullo.

El apoyo de la familia es importante, enfatiza: “Mis seres queridos me apoyan mucho en las tareas del hogar por el horario de trabajo tan extenso y los turnos extras, así como los trabajos voluntarios convocados por el complejo hotelero".

Al hablar del ambiente laboral no duda en elogiar a sus compañeros: “Con todos me llevo bien; de los que tengo que aprender, aprendo, y a los que puedo transmitir mis conocimientos, lo hago”.

Además describe cómo es un día típico en el complejo hotelero: “Un día de trabajo es intenso, pero gratificante, porque cada jornada constituye una oportunidad para crecer y ayudar a que los usuarios se lleven la mejor experiencia posible. Tenemos días especiales como los días canadienses, los cubanos, que son diferentes a la rutina”.

Después de más de tres décadas de servicio, Elizabeth sigue sintiendo la misma emoción al llegar al snack bar "La Santa María" cada mañana. “Aquí he encontrado una familia y un lugar donde puedo ser yo misma”, afirma con orgullo. Su historia es un ejemplo de compromiso, y demuestra que, cuando se trabaja con el corazón, cada día puede ser tan especial como el primero.

Author: John Alex Fernández Leyva
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Me encanta el periodismo, el poder de las palabras y la magia de contar historias. En el periódico ¡ahora! aprendí a construir sueños y conectar con el mundo.

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