Fidel desde lo alto de Mompié

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Fotos tomadas de internet y cortesía de Rafael Mompié Rosa.

Los habitantes de las zonas intricadas de la Sierra Maestra y otros territorios del oriente cubano lamentaban las precarias situaciones existentes en sus comunidades, dominadas y controladas por los esbirros de los gobiernos imperantes en el periodo neocolonial, todos al servicio de los Estados Unidos.

Cuando el joven Fidel Castro Ruz, de apenas 27 años de edad, decide atacar junto a sus compañeros de lucha los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes aquel 26 de julio de 1953, muchos cubanos, en su mayoría campesinos, ignoraban las causas de tan arriesgada estrategia.

El joven Rafael Mompié Rosa escuchó hablar en algún momento de su corta edad, sobre las andanzas del corajudo y estratega abogado oriundo de Birán, pero nunca imaginó que planeara acciones contra un régimen que en el año 1952 había asumido el poder mediante un golpe de estado, como parte del acostumbrado cachumbambé politiquero de la época.

En esa etapa existía una teoría arraigada que muchos asumían, pues consideraban que se podía hacer una Revolución con el Ejército o sin él, pero nunca en contra, porque sus fuerzas parecían indestructibles.

Antes de simpatizar con los ideales de Fidel, Mompié Rosa había comenzado a rechazar las actitudes de los soldados batistianos y sus superiores, quienes abusaban y explotaban a la clase más baja sin compasión.

En una entrevista realizada en el año 2012, el fornido combatiente natural del poblado de Bicana Arriba, en la antigua provincia de Oriente, rememoraba cómo inició su afecto por Fidel Castro y el vínculo con el Ejército Rebelde.

Cuando Batista dio el golpe de estado en 1952, mi mamá, quien no sabía leer ni escribir dijo: ¡nos jodimos! Esa fue la frase que utilizó para evidenciar la situación caótica que se avecinaba y me ayudó a despertar de una nefasta ignorancia política.

Todo el que tuviera una hacienda, los terratenientes, los que tenían más posibilidades, les podía beneficiar algo ese Gobierno, pero a nosotros, los que no teníamos nada, nos perjudicaba. Fue una sabia premonición que hacía, de acuerdo con la experiencia acumulada por periodos precedentes.

Sin embargo, el hecho que marcó mi rechazo a la dictadura de Fulgencio Batista surgió en el poblado aledaño al central Cape Cruz, donde yo trabajaba cuando era joven, posteriormente nombrado Luis Enrique Carracero, de Pilón.

Mompié fue un ferviente defensor de los ideales de Fidel.

Yo tenía un vecino, que era barbero, llamado Varón Vargas, quien tenía cinco o seis hijos, los cuales mantenía solamente de ese oficio. El pelaba lo mismo por una libra de arroz, frijoles, una polluela, vianda, o cualquier forma de contribución en especie que le permitiera sustentar a su familia.

Resulta que Vargas, un sábado, fue a pelar a una colonia que se llamaba Boniato, cerca del central, donde pagaban esos días y las personas vendían ambulante o hacían cualquier cosa que les permitiera sustentar a su familia de cierta forma.

Mi vecino ese día parece que se sintió bien, se dio unos tragos y habló mal del gobierno, en particular de Batista, de quien había dicho que era un ladrón. ¡No había verdad más absoluta que aquella!

En la zona estaba una pareja de soldados custodiando el pago y se enteraron que Vargas había dicho. Lo llevaron como dos o tres cuadras a planazos con el paraguayo (machete largo diseñado exclusivamente para dar golpes), simplemente porque habló mal del gobierno y el presidente.

Yo vi aquello y no le hallaba explicación al problema, al menos yo no atinaba en ese momento los motivos por los que maltratar tanto a una persona. Estaba lejos de imaginarme por qué Fidel Castro había atacado el Moncada, sin embargo, aquello me marcó.

Esa fue una de las situaciones que me llevó a tener admiración por Fidel, quien recientemente había atacado el Moncada y a esos soldados, símbolo de la represión del régimen.

En el mes de abril de 1956 voy a vivir con unos primos míos en la cima de una montaña de la Sierra Maestra, donde laboraban una pequeña finca, sitio que no tenía nombre en ese momento, aunque luego fue conocido como Pinos del Mar.

Hasta allí fui para trabajar en la agricultura, mientras se cumplía el tiempo muerto de la zafra azucarera, de lo cual yo vivía y ayudaba a mi mamá y hermanas pequeñas.

Cuando llegaron los Rebeldes a la Sierra Maestra en el 56´, comenzaron a decir: vamos a tomar café, agua o a descansar en el alto de Mompié, refiriéndose a la pequeña casa donde residíamos nosotros. O sea, que nuestro apellido le dio origen a este histórico lugar, pero se popularizó luego de la reunión del tres de mayo de 1958, cuando le entregan los poderes del llano y la montaña a Fidel.

Mompié junto a otros combatientes desarrollaron la guerra de guerrilla.

Muchos amigos me dicen que yo me alcé primero que los Rebeldes, porque cuando llegaron a la lucha armada, yo vivía en esos parajes ya.

Identificado con aquellas personas que prefirieron dejar sus casas para luchar por una causa justa, en el mes de julio de 1957 busqué un motivo para acercarme un poco más a los Rebeldes.

Un campesino de la zona, llamado Jacinto Vivó me llevó hasta allá, para cargar un cerdo asado a los Rebeldes, aprovechando mi corpulencia, pues el viaje era agotador y yo solo tenía 22 años.

Me guio hasta donde estaba la Columna 1 para hablar con Fidel, o, mejor dicho, para que Fidel hablara conmigo, porque durante casi dos horas aquel hombre locuaz me explicó toda una serie de problemas que yo no era capaz de imaginarme, me explicó porque él se había alzado, que los Gobiernos se lo robaban todo, no había escuela, hospital, que los soldados eran unos abusadores y defendían al régimen de Batista y este a su vez servía a los intereses de los Estados Unidos, etc.

Sin embargo, al final me dijo que no podía quedarme con ellos porque no tenían armas, aunque estaban esperando algunas. Tan pronto llegaran, me mandaría a buscar. Aquello me cayó bastante mal, pero da la casualidad que en esa tropa estaba Cresencio Pérez, un campesino de la Sierra Maestra que era amigo de mi a abuelo materno Victorino Rodríguez.

Él conversó con Fidel y le dijo que me dejara en su columna, la cual era para recibir informaciones y tener la zona controlada solamente, es decir, no tenía acción combativa. De esa forma me quedé en el Ejército Rebelde, y a los dos o tres meses me trasladaron para la tropa donde se combatía.

Fidel era un hombre con una visión muy clara, estratégica, porque dedicaba mucho tiempo a su preparación, leía mucho y pensaba como los pobres, a pesar de que no procedía de una familia pobre.

En la Sierra había una disposición que él implementó, pues todos los Rebeldes que subieran las lomas tenían que saber leer y escribir, y para ello recibirían el apoyo de sus compañeros.

Con 22 años, la primera clase que recibí me la impartió un manzanillero nombrado Joaquín Quiroga, quien, en una caja de cigarros me enseñó los primeros trazos. Igualmente debíamos recibir los conocimientos elementales para disparar y desplazarse.

Fidel significó un paradigma para muchos combatientes y el pueblo en general, porque solo una persona como él puede librar una batalla como fue la Ofensiva de Verano, donde 300 hombres, aproximadamente, se enfrentaron de forma estratégica a diez mil soldados, a quienes lograron vencer en 76 días.

No siempre las acciones salieron como él quiso, pues los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, la huelga del 9 de abril y otros combates fracasaron por una diversidad de criterios en los mandos inferiores o errores conceptuales que provocaron bajas significativas en la tropa rebelde.

Por ello, la reunión convocada por Fidel en los Altos de Mompié significó un paso importante en el triunfo revolucionario, porque ya bajo un mando único en las acciones del llano y las montañas, las diferencias quedaron a un lado y el objetivo estaba más claro, finalizó el espigado combatiente.

Cuando surge el Cuarto Frente Simón Bolívar, Mompié es trasladado hasta la columna 32 José Antonio Echeverría, dirigida por el comandante Delio Gómez Ochoa, para liberar las zonas de Las Tunas, Holguín y Bayamo.

Participó en los combates de Veguita, Pino de Agua 2, Cabagán, San Ramón, Vegas de Jibacoa, las Mercedes y Puerto Padre.

Hasta el momento de su fallecimiento el 31 de diciembre de 2015, Rafael Mompié Rosa tuvo al líder histórico en lo más alto de su pedestal apostólico, más allá del nivel montañoso donde se organizó el triunfo de la Revolución cubana.

Author: Flabio Gutiérrez Delgado
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Licenciado en Comunicación Social. Soy un ferviente apasionado del mundo deportivo, atrapado por la magia del fútbol, pero no descuido la cultura general y siempre estoy dispuesto a aprender algo todos los días, cuando no lo hago, siento que he perdido el tiempo.

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