Emilio Sarmiento, un transportista de “fábrica”

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Fotos: Elder Leyva


Su baja estatura quizás influyó, pero el estatus de su papá, un chofer de reconocida trayectoria en Ómnibus Nacionales (ON), y la corta edad con la que comenzó a trabajar en la entidad, fueron las principales causas que minimizaron el sobrenombre de Emilio Sarmiento Rodríguez, un transportista de “fábrica”.

Al dialogar con Sarmientico, como lo conocen familiares y amigos, es evidente el sentimiento y amor que tiene este holguinero, oriundo del municipio de Antilla, por los ómnibus, la mecánica y el transporte en sentido general.

El anhelo de este abnegado transportista siempre fue conducir una guagua como su padre, Ernesto Sarmiento Ávila, pero las dificultades en su visión esfumaron sus propósitos al volante de los “Colmillos Blancos”, aquellos ómnibus que cautivaban las vías nacionales décadas atrás.

Los viajes junto a su padre fueron suficientes para sellar un compromiso con el sector del transporte desde pequeño, sentimiento que 41 años después se mantiene intacto, con opciones de incrementarse mientras la salud lo permita.

La trayectoria para formar a un chofer de ómnibus es tan larga como las rutas planificadas hacia otras regiones del país a pleno medio día, de eso Sarmientico no tiene dudas, por ello comenzó a temprana edad su vínculo con la profesión de su padre.

“Mi infancia transcurrió viendo a mi papá encima de una guagua, aprendiendo el funcionamiento de estos medios y su mecánica. Cuando alcancé la edad laboral, en 1982, comencé a trabajar como auxiliar general en Ómnibus Urbanos.

“Yo era el responsable de prepararle las guaguas a las tripulaciones, o sea, llevarlas a la planta de combustible, fregarlas y dejarlas listas, para que los choferes salieran a las cuatro de la mañana limpios y cómodos a trabajar por la ciudad de Holguín”, rememoró Emilio.

Su experiencia empírica como mecánico le abrió las puertas al poco tiempo, para ocupar una plaza disponible como ayudante de esta especialidad, labor que asumió con mucho agrado y responsabilidad.

En febrero del año 1986 sintió que el deber ante la Patria lo alejaba de su pasión, pero ocurrió todo lo contrario. El joven transportista se incorporó al servicio militar en la UM 2463 de Comunicaciones, del Estado Mayor del Ejército Oriental, donde al poco tiempo se convirtió en el primer mecánico automotriz del taller móvil de asistencia técnica.

Luego lo promovieron a jefe de almacén de transporte y se desempeñó como mecánico del taller móvil que cubría todas las maniobras y caravanas que se hacían en el Ejército Oriental.

“Cuando la guerra de Cuito Cuanavale, en Angola, nos dieron la misión de levantar un grupo de medios para el combate y llevarlo hacia Mangos de Baraguá, en Santiago de Cuba.

“Allí el jefe del Ejército Oriental nos encomendó la tarea de trasladar todos los vehículos disponibles desde Camagüey hasta Guantánamo, que serían enviados hacia la ciudad angoleña.

“Los ubicamos en el tutan (taller general de reparaciones). En este local se recuperaban todos esos carros, los montábamos en la plancha del ferrocarril e iban directo para el barco. Así fue como trasladaron la técnica para lograr la victoria en la guerra de Cuito Cuanavale.

“Cuando terminó la operación en Angola nos dieron la misión de instalar las comunicaciones en varias unidades militares que había en plena Sierra Maestra, específicamente en la zona de Masó y allí estuvimos un buen tiempo bajando y subiendo lomas.

“En esa etapa yo manejaba un ZIL 157, con el cual favorecimos las comunicaciones en hospitales militares y comunidades de esa área montañosa, al igual que aquí en Holguín en las localidades de Mayarí y Rafael Freyre, territorios que enlazamos por esta vía. Era joven y aún podía manejar, pues no se había agudizado mi limitación visual, la cual empeoró con la diabetes.

Mientras la historia enaltece el encuentro, el otrora destacado mecánico revive aquella etapa adolecente, cuando, por una decisión del mando superior, optaron por cambiar y mejorar la técnica que viajaría hasta el continente africano y lo dejaron fuera de la misión internacionalista en el país amigo.

Su actual responsabilidad como representante del servicio viajero, jefe de turno, en ON, provocó una pausa en el diálogo, para atender su impostergable compromiso con las tripulaciones que emprenderán viaje en el horario establecido.

Motivado por el reencuentro con su pasado, Sarmientico recapitulaba aquellas fugaces vacaciones de 1989, cuando finalizó su compromiso en las Fuerzas Armadas, porque unos días después, su padre lo estaba convocando para sumarse a las filas de ON como fregador, a pesar de que en el período militar había logrado la categoría de mecánico B.

Con la premisa de acercarse cada día más a su área de confort, asumió la plaza de abastecedor de combustible y en cuanto tuvo la oportunidad se acomodó como mecánico en la empresa de su papá.

Paralelamente a su labor profesional, el joven mecánico guiaba la sección sindical de ON, con resultados muy positivos, responsabilidad en la cual tiene tanta experiencia como en los talleres.

“El trabajo sindical me gusta, porque tengo la posibilidad de representar y defender los derechos de mis compañeros y cuando veo los resultados, me reconforta más esa noble función.

“Por el desempeño en la sección sindical, me propusieron ser cuadro profesional en la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) del municipio de Holguín, es decir, radicaba fuera de la base, pero mantenía un vínculo estrecho con ellos, porque fui a atender las empresas de subordinación nacional y entre ellas estaba ON. En esa función permanecí durante 11 años”, añadió el locuaz transportista, poseedor de la medalla Jesús Menéndez, por su accionar como dirigente sindical.

Más de una década alejado de las herramientas y los aceites no mellaron el amor por los talleres, pues al terminar su función como dirigente sindical, Sarmientico regresó a su puesto de mecánico, además, continuó al frente de la sección sindical y ocupó la presidencia de Comité de Innovadores y Racionalizadores (CIR) de ON.

“Es muy difícil que, en nuestro país, bloqueado y asechado por una feroz persecución financiera, comercial y económica por parte del gobierno de los Estados Unidos, no exista una empresa donde los choferes y mecánicos no tengan que buscar soluciones a través de inventivas, por falta de piezas de repuestos.

“Yo fui uno de ellos. La mayoría de los carros de ON hoy están circulando gracias a las innovaciones de los trabajadores. Por ejemplo, en la empresa adaptamos un sistema de cloches a los medios de la marca Kia, además, tuvimos que innovar una llave que nos permitiera sacar el extractor y poder cambiar los rodamientos internos.
“Esas fueron algunas de las soluciones que tuvimos que buscar en la empresa para poder continuar brindando servicio con los carros”, afirmó el líder sindical, quien representó la Asociación de Innovadores y Racionalizadores (Anir) del Transporte en Holguín, ante la Anir provincial.

El Comité de Innovadores y Racionalizadores de ON es pionero en la implementación de innovaciones y la estimulación material a sus miembros, quienes contribuyen a disminuir y eliminar las importaciones a través de la solución a los problemas, resultado que los sitúa como un colectivo de referencia nacional en el sector del transporte.

Hoy no ejerce la mecánica por cuestiones de salud, pero confiesa ser un apasionado en la materia, presto a brindarle servicios a la transportación en cualquier momento. Fue invitado al Octavo Congreso del Transporte, en La Habana y formó parte de la delegación holguinera que participó en la Primera Conferencia Nacional. Hoy se alista para intervenir en la Segunda.

“Tengo el orgullo de decir que trabajé directamente con el Primer Secretario del PCC y Presidente de la República de Cuba, Miguel Díaz Canel Bermúdez, pues en el año 2005, cuando fungía como primer secretario del PCC en Holguín, evaluamos junto a él, el funcionamiento de los Ómnibus Youtong en encuentros que se hacían diariamente.

“Durante la pandemia cumplimos misiones importantes, en una brigada donde estuvimos nueve personas, ocho choferes y yo, y nadie se contagió. Convirtieron la terminal en un hospital emergente para luchar contra la COVID-19, apoyados por la entrega de un colectivo comprometido y consagrado.

“La UEB Ómnibus Nacionales de Holguín la distingue la calidad de sus trabajadores, el porte y aspecto de los choferes, la consagración y entrega hacia los medios técnicos”, culminó Sarmientico, quien ostenta la medalla José María Pérez Capote, por laborar durante 25 años en el sector del transporte.

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Author: Flabio Gutiérrez Delgado
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Licenciado en Comunicación Social. Soy un ferviente apasionado del mundo deportivo, atrapado por la magia del fútbol, pero no descuido la cultura general y siempre estoy dispuesto a aprender algo todos los días, cuando no lo hago, siento que he perdido el tiempo.

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