Idania Perdomo Guerrero: Guardiana de la naturaleza
- Por Yanela Ruiz González
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Desandar las complejísimas áreas del circuito de Pinares de Mayarí, como quien conoce la palma de su mano, es tarea que se sumó a la vorágine de trabajo de Idania Perdomo Guerrero, hace ya algunos años.
“No ha sido muy fácil”, asume la menuda y temperamental mujer, que hace hasta lo imposible por proteger, con el mismo celo de una madre, cada palmo de aquellos hermosos parajes, en los que ha desarrollado parte de su labor, no solo como jefa del circuito, sino también como una guardiana de la naturaleza.
Doce años en el Cuerpo de Guardabosques le han permitido conjugar sus conocimientos de Técnica forestal con los de la Licenciada en Derecho, carreras que realizó en Pinar del Río y Holguín, respectivamente, y la hacen sentir realizada y satisfecha, pues los saberes adquiridos en ambos campos han sido importantes para desempeñarse en este frente del Ministerio del Interior, donde ha recibido varios reconocimientos, distinciones y estímulos.
Cada amanecer sorprende a Idania en la carretera, mientras recorre las decenas de kilómetros desde su barrio Cosme Batey, en la localidad de Guaro, hasta Pinares de Mayarí, aun con las inclemencias del transporte, porque hay un compromiso y una razón de fuerza mayor: velar por la protección de uno de los vitales patrimonios naturales de la región y del bienestar de las fuerzas que la acompañan en esta empresa.
Antes tuvo que zapatear mucho el municipio completo. Hacerse una mujer Guardabosques no es “pan comido” como muchos piensan. Es una labor “sacrificada, de mucha consagración y amor también”, reconoce Idania, pues llegar a estas filas tuvo su proceso.
“En el año 2011 surgió una convocatoria para una plaza vacante en el territorio. Seis meses de entrenamiento, caminando por todas las áreas, intercambiando con jefes de circuitos, mi empeño y los conocimientos jurídicos y forestales me permitieron pasar la prueba”, comenta.
Con el dominio que le dieron los años de inspectora, primera tarea que asumió una vez insertada en estas filas, subraya la importancia de conocer bien lo legislado en este terreno, para obrar con la medida justa cuando se transgrede lo establecido en materia de recursos naturales, algo recurrente y sobre lo que ha tenido que actuar sin miramientos.
La intransigencia de Idania, su apego, responsabilidad, disciplina, y el respeto ganado a fuerza de ejemplo, le merecieron no solo distinciones y reconocimientos por los resultados en los nueve años como inspectora, sino también la admiración y consideración de los mandos superiores del órgano para que ella asumiera una tarea de mayor envergadura, la de jefa del circuito de Pinares de Mayarí, desde hace tres años.
“No me esperaba esta propuesta, pues esa tarea siempre la desempeñó un hombre. Es la primera vez que en la provincia una fémina dirige un frente como este. Sentí satisfacción porque ha sido otra manera de reconocer mi trabajo, sin embargo no puedo negar que tuve temor cuando me lo plantearon.
“El miedo a quedar mal, a no poder cumplir”, se apura en aclarar, pues es de las que aprecia los retos, porque “a veces uno mismo quiere saber hasta dónde puede llegar”, insiste.
“Además de su sumamente difícil topografía, tiene una extensión territorial de 60 mil hectáreas de patrimonio forestal, en las que intervienen cuatro tenentes, las Empresas Forestal y Agropecuaria, el Citma y Flora y Fauna, más los asentamientos poblacionales ubicados dentro de ese macizo montañoso del Plan Turquino holguinero, lugares proclives a que se cometan violaciones”, apunta.
Dirigir una tropa de más de 20 hombres y tres mujeres, entre ellas una Guardabosque, es parte de las tareas diarias de Idania, quien agradece la cohesión del equipo, pues los logros en el circuito se deben al empeño de todos.
Es una mujer crítica y autocrítica. Lo reconoce. Pero sabe que lo logrado hasta ahora se debe también al respeto, consideración y ejemplaridad que profesa a todos, pues son valores que se cultivan en su seno familiar, todos vinculados al Minint.
En tantos años de labor, nunca se había enfrentado a un evento tan triste y doloroso como el último incendio de grandes proporciones ocurrido en la zona de Pinares. Todavía habla de los acontecimientos y no puede evitar el nudo en la garganta, de las pocas situaciones que pudieran robarle lágrimas.
“Hemos vivido incendios fuertes, como el del año 2017, pero este, por mucho sacrificio, fuerzas y medios movilizados para su enfrentamiento, sin pérdidas de tiempo, se intensificó de una manera exorbitante.
“Los Guardabosques de la zona, de conjunto con las fuerzas eventuales que se contratan en cada Campaña contra incendio para intensificar la vigilancia y actuación, procedieron de inmediato. Pero el siniestro tenía las condiciones favorables para su propagación y comenzó a devorar todo el material combustible y a expandirse burlando trochas y todas las barreras que se hacían.
“No veíamos nada, el humo no dejaba, sentíamos la candela encima de nosotros, un vapor inmenso. El jefe de brigada solo me pidió que me aguantara de su mano y corriera. El camino quedaba a 200 metros aproximadamente. Salimos, no podíamos hablar ni prácticamente respirar” recuerda.
A la mujer de acero, guardiana de aquellos bosques, el alma se le sobrecoge cuando narra lo sucedido, un episodio que no quisiera se volviera a repetir nunca más, porque le resulta impactante y lastimoso ver a los animales sin fuerzas para huir y sucumbir, en cuestiones de minutos, el patrimonio natural por el que tanto luchó para su conservación.
“Ahora debemos continuar la vigilancia extrema, no solo de la ocurrencia de nuevos focos de incendio en lo que resta de Campaña este año, sino también velar porque se cumplan los planes de rehabilitación. Pinares es como la segunda casa, a donde es obligatorio asistir en cada jornada para devolverle el esplendor y borrar las huellas de las cenizas.