Trabajadores avícolas unidos de corazón

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La brigada de trabajadores avícolas de Holguín recuperó la granja del municipio pinareño de Consolación del Sur en solo 18 días. Fotos: Del autor y cortesía de los entrevistados

En Cuba son muchos los daños cuantificados por el impacto de los fenómenos meteorológicos, ya sea a vidas humanas o recursos materiales. Sin embargo, detrás de cada golpe se forma una brigada solidaria, con el objetivo de mitigar las dificultades ocasionadas.

Frecuentemente vemos en nuestra Patria, tras algún daño de grandes proporciones, como los grupos de la Empresa Eléctrica, trabajadores de Etecsa, Salud Pública, entre otros, acuden al proceso de recuperación en las provincias más afectadas, con más voluntad que recursos.

Sin embargo, poco se habla de la tradicional colaboración que existe entre las Empresas Avícolas del país en estas contingencias, cuando el impacto de fenómenos atmosféricos afecta las producciones avícolas y sus estructuras.

Así sucedió recientemente en Pinar del Río, cuando el huracán Ian destruyó las naves avícolas de ese territorio, y delegaciones de todas las provincias, asistieron a la entidad pinareña para recuperar el mayor polo de producción de huevos de Cuba.

Abdul González Quintana, director de la Empresa Avícola de Holguín viajó al frente de la comitiva holguinera y con él dialogamos para conocer pormenores de la sensible y difícil experiencia en la más occidental de las provincias.

Abdul González Quintana, director de la Empresa Avícola de Holguín.

Abdul: Nosotros dimos la disposición antes que el ciclón tocara la zona de Pinar del Río, cuando ya era inminente que afectaría a nuestros compañeros pinareños. El día 28 de septiembre, o sea, un día después, ya íbamos en camino 26 trabajadores holguineros del sector avícola.

Llegamos a las 2:00 am del día 29 a Consolación del Sur y ya a las 7:00 am estábamos listos para trabajar en la fase recuperativa. A la brigada holguinera le dieron la misión de recuperar una granja de inicio, conformada por 12 naves que habían quedado devastadas.

Esa granja tenía aproximadamente 45 mil animales, todos murieron por las inundaciones y los vientos tan fuertes de este poderoso huracán. Desde el mismo día 29 que llegamos comenzamos la labor y fueron 18 días de intenso bregar hasta dejar lista la granja para la producción de huevos.

Cuando fuimos a organizar la misión, conformamos cuatro escuadras integradas por un jefe de brigada, que era un director de UEB y seis hombres más. A estos jefes de brigadas los nombramos “Generales” y a través de ellos distribuimos las tareas como si fuéramos militares, y nos salió bien.

Todas las noches hacíamos un consejillo, donde analizamos qué se hizo en el día y puntualizábamos qué haríamos al otro, es decir, que cuando la tropa se levantaba ya sabían lo que tenían que hacer.

A las cuatro de la mañana la brigada estaba de pie, se organizaba la logística, el desayuno a las 6.00 am y esperaban que amaneciera para subir a las naves. En Pinar amanece más tarde, y aproximadamente a las 7:30 am comenzábamos las labores en las naves. En ocasiones teníamos que mandar a los hombres que bajaran porque ya era de noche.

A pesar de la intensidad del trabajo y la cantidad de horas, nunca tuvimos accidentes en nuestra misión, aun cuando fuimos la brigada que más hombres llevó a cumplir esa tarea. Además, en ese período también laboramos la tierra, pues sembramos cultivos de ciclo corto, lo más recomendable en estas circunstancias.

Las 12 naves de la granja pinareña quedaron devastadas por el huracán Ian.

Allí tratamos de decir, cada día, cuál fue el trabajador más destacado y no fue posible, porque todos se entregaron en cuerpo y alma con la misión que nos asignaron, a pesar de la exigencia y la peligrosidad en la tarea.

Hubo que recuperar los recursos dañados de la granja y con el 80 por ciento de estos materiales se volvieron a armar las 12 naves. Solamente colocamos techo nuevo a una nave y media. O sea, que los gastos externos fueron pocos.

El municipio de Consolación del Sur es una de las potencias en el trabajo avícola del país y todas estas instalaciones sufrieron daños severos. Nos recordó mucho al ciclón Ike en el 2008, cuando destruyó una gran parte de la infraestructura holguinera y este fue similar o quizás un poco mayor, por el tiempo que estuvo en ese territorio.

Llegamos casi primeros que ellos, porque muchos de los trabajadores de la granja afrontaron dificultades en sus hogares por los embates del huracán y cuando arribamos a la instalación, nos recibió el director y dos trabajadores más.

Luego se fueron incorporando a las labores de la granja organizadamente, gracias también al apoyo de las autoridades políticas y gubernamentales de la provincia y la Empresa Avícola de Pinar del Río.

Con el 80 por ciento de los recursos dañados se recuperó una de las mayores granjas del país.

Ese fue el objetivo de la misión, recuperar lo más pronto posible la producción avícola de Pinar del Río, una de la más grande de Cuba, pues esta es una provincia que decide en este renglón, debido a que produce para su territorio y para La Habana.

La recuperación avícola no es inmediata, porque se puede restablecer la estructura, pero una gallina se forma en seis meses, por lo que la recuperación será paulatina. Hay que volver a hacer pie de cría, formar la gallina y completar la cadena productiva, la cual se vio muy afectada en esta región.

¿Esta contribución a Pinar del Río limitó la producción avícola en Holguín?

Abdul: Para nada. Un buen trabajo en la política de cuadro nos permitió estar fuera 19 días sin detener los procesos de la Empresa holguinera, y el resto de los trabajadores estuvieron al nivel de la circunstancia del momento. No obstante, mantuvimos una comunicación constante.

La distribución de la canasta familiar normada se cumplió en tiempo y forma, además, hicimos los aportes planificados a Santiago de Cuba y Guantánamo, como se hace todos los meses. En la avicultura, donde haya un problema, vamos todos a resolverlo.

Uno de los “Generales” de la misión fue Demetrio Martínez Álvarez, quien es especialista comercial de la UEB Comercializadora Avícola Holguín y allí fue uno de los incansables.

Demetrio fue uno de los “Generales” de la brigada holguinera.

“Sabíamos que el trabajo era fuerte, las condiciones difíciles, pero siempre fuimos dispuestos a colaborar con nuestros compañeros, como lo han hecho con nosotros en algún momento.

“Allí tuvimos que desmontar todas las naves, clasificar las piezas, como techos y tablas, limpiar y crear las condiciones para cuando se pudiera techar. En cuanto llegó el carro con el oxígeno de acetileno y la planta para soldar, comenzamos a poner las cubiertas.

“Tuve experiencias fuertes desde la División Mambisa, donde permanecí durante dos años, además, cumplí misión en Etiopía, o sea, estoy ʻcuraoʼ de espanto, como decimos los cubanos”, aseveró Demetrio, autor de una décima que perpetuó las vivencias en Pinar del Río.

Ernesto Pupo Ramírez, trabajador de la UEB Avicultura Alternativa, confirmó también que fue un momento inolvidable a pesar del sacrificio y lo novedoso que resultó para algunos esta tarea.

“Resultó impactante ver en las condiciones que quedaron esas naves luego del paso del huracán Ian, pero fuimos con la convicción de revertir aquel escenario. Por eso, desde que llegamos, nos entregamos por completo para cambiar lo más pronto posible aquel triste panorama”, explicó Ernesto.

El agente de protección en la UEB Comercializadora Matadero de Aves, de Holguín, Adrián Pérez Cedeño, era el menor de toda la delegación holguinera, quien se desempeñó como ayudante de cocina.

Aseguró Adrián que jamás había salido tan lejos de su casa y no imaginó una tarea de tal envergadura.

“La administradora llegó diciendo que estaba buscando cinco hombres para ir a Pinar del Río, con el objetivo de colaborar en la recuperación de esa provincia. En broma, le dije que yo estaría dispuesto, porque no imaginé que en la avicultura se estilara eso, como sucede en la Empresa Eléctrica o Etecsa. Entonces me dijo que me prepara y me liberaron del servicio.

“Llegué a la casa y le dije a mi mamá que me iba para Pinar. Comenzaron a reírse, porque como yo, pensaron que era una jarana, pero me apoyaron en la decisión que había tomado.

“Generalmente estaba en la cocina, no obstante, también tenía que atender las gallinas de autoconsumo, algo que tampoco había hecho. Me levantaba a las 5:00 am y era el último en acostarme. Era el responsable de buscar la leña, lavar las ollas y otras misiones.

“Recorrí casi toda Cuba y conocí a personas que nunca olvidaré, porque fueron muy especiales con nosotros, una nobleza que siempre llevaré conmigo. Incluso todavía me comunico con ellos.

“Cuando llegué, se llenaba un mar con las lágrimas de mi mamá. Fueron 18 días fuera de la casa, el niño más chiquito del hogar. Salimos de allá y fue difícil porque ellos también empezaron a llorar y nos fue difícil despedirnos, porque nos encariñamos con ellos. Solo me faltó tener a mi mamá allí, para decir que yo era pinareño”, terminó diciendo Adrián.

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Author: Flabio Gutiérrez Delgado
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Licenciado en Comunicación Social. Soy un ferviente apasionado del mundo deportivo, atrapado por la magia del fútbol, pero no descuido la cultura general y siempre estoy dispuesto a aprender algo todos los días, cuando no lo hago, siento que he perdido el tiempo.

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