El colorido lienzo de nuestras familias
- Por Ania Fernández, Yenny Torres y Jorge Fernández (estudiante de Periodismo)
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Es real, y por cierto maravilloso, que cada domingo miles de cubanos y cubanas, incluso quienes son “alérgicos” a la programación televisiva, se sitúen frente a la pantalla para establecer una especie de introspección - reflexión colectiva sobre la realidad socio familiar cubana en forma de “Calendario”.
La serie, pulido espejo de nuestros días, muestra las múltiples composiciones familiares de nuestro contexto nacional, que alejadas del romanticismo de la fórmula “Mamá, Papá y Nené”, como talismán del mito sobre la perfección y felicidad, tejen un lienzo colorido sobre lo que somos y cómo vivimos.
Ya hemos escuchado muchas veces decir que el Proyecto de Código de las Familias otorga derechos a quienes no los tienen, sin menguar los de quienes ya los ostentan; cuestión perfectamente entendible si se toma como mediadora la empatía. Anécdotas que ilustren problemáticas cuya resolución está en las páginas del novedoso texto no faltan.
Abuel@s a quienes se les priva de comunicarse con sus nietos; ancianos despojados de sus bienes; niños que pierden la oportunidad de ser adoptados por múltiples trabas; familiares ausentes que “buscan cosechar lo que nunca sembraron” y mujeres consagradas a labores domésticas, o de cuidadoras sin que se les tome en cuenta su papel, son vindicadas en este nuevo Código.
Así como también las parejas homosexuales, aquellos que han creado un patrimonio y ante el fallecimiento de un@ de las partes, la otra queda desamparada legalmente; personas que emigran y no pueden reclamar a su pareja del mismo sexo por no constar ni como una unión de hecho; gente que sueña con tener hijos y no puede; hermanos de los que sólo uno atiende a los padres y múltiples situaciones, por las cuales la norma se adapta a la realidad evidente.
El activismo en redes sociales de plataformas como AhoraSí (Espacio de visibilidad para la lucha por los derechos de la Comunidad LGBTQ+ cubana), Cimarronas (Surgida para posicionar un feminismo cubano, anticapitalista, socialista y revolucionario), Evoluciona (Campaña Cubana por la No Violencia hacia las Mujeres), y otros, nos muestran algunas de estas vivencias. ¡ahora! se suma a la visibilizacion de estas historias.
Historia 1
Toda obra humana es perfectible, de ahí que moldearla como la arcilla, para que se parezca a lo que soñamos debe ser una tarea cotidiana, porque hay todavía en nuestra sociedad injusticias solapadas, ausencias de derecho o lagunas legales donde flota, como corcho, el desamparo y la discriminación. La historia de Massy Carram es una de ellas.
“Yo no puedo ser madre biológica. A los 16 años me detectaron un tumor en el ovario izquierdo, por lo que tuve que someterme a cirugía. En ese momento pensé: ‘no pasa nada, aún me queda el otro ovario para cuando decida tener bebés’.
“A los 21 años salí embarazada y decidí tenerlo, pues los médicos afirmaron que tenía pocas posibilidades de salir embarazada otra vez. Todo bien hasta las nueve semanas, cuando me descubren otro tumor en el ovario que me quedaba.
“Tuvieron que intervenirme quirúrgicamente de urgencia. El embarazo en curso era mi única oportunidad, pero, desgraciadamente, no tuvo un final feliz pues el feto traía complicaciones no compatibles con la vida. Muchas cosas pasaron por mi cabeza, pero pensé que conozco a muchas mujeres que no tienen hijos y aun así son felices.
“Sin embargo, a veces hay sentimientos que una no puede controlar. Hace unos años mis amigas empezaron a tener bebés y el deseo maternal volvió a despertar en mí. Yo ya no contemplaba el hecho de tener descendencia, porque la reproducción asistida en Cuba es solo para parejas casadas, al igual que la adopción, y yo no me quiero casar, ¡yo quiero ser madre!
“Por otra parte, la gestación solidaridad no estaba contemplada en ninguna ley cubana, era casi ilegal o, sencillamente, caía en una laguna legal. En muchas ocasiones mis amigas me han brindado sus óvulos para que pueda lograr la inseminación artificial, pero, a pesar de ser heterosexual, mi condición de mujer soltera siempre ha sido siempre la traba.
“Con este nuevo código de las familias las mujeres cubanas tendremos acceso a la reproducción independiente y a la gestación solidaria. Este nuevo código nos permite dar todo ese amor parental que tenemos reprimido. Por eso, yo votaré sí por el nuevo Código de las Familias”, aseveró Massy Carram.
Sobre la Gestación Solidaria, cuyo alcance se recoge en el Artículo 128 del Proyecto de Código, se acota que tiene lugar cuando una mujer distinta de quien quiere asumir la maternidad gesta en su útero por motivos altruistas o ajenos a cualquier retribución monetaria o mercantil, a la hija o el hijo de quien o quienes quieren asumir la maternidad o la paternidad.
Procede entre personas unidas por vínculos familiares o afectivamente cercanos, es en beneficio de mujeres con alguna patología médica que les impida la gestación, de personas estériles, de hombres solos o parejas de hombres, siempre que no se ponga en peligro la salud de quienes intervienen en el proceder médico.
No obstante, se prohíbe cualquier tipo de remuneración o dádiva, quedando a salvo la obligación legal de dar alimentos en favor del concebido y la compensación de los gastos que se generen por el embarazo y el parto y en todo caso se requerirá autorización judicial.
Historia 2
“Maferefum Oyá Yanza, mi madre todos los días de este Mundo”, dice y pasa por el cementerio a saludar a su ángel de la guarda, darle las gracias y conversar con ella, seguro de la luz que lo guía porque es más fuerte que las muchas miradas que lo rodean.
Se llama Alain Domínguez Pecora, pero tras la magia de la transformación sale una mujer hermosísima, Verónica Dantés es su nombre y es una artista, que lleva los aplausos atados a la ropa y asevera: “El único modo de hacer un gran trabajo es amar lo que haces y que el público lo acepte”. Así, ella, La Mujer Escandalo, tiene miles de fans, amigos y seguidores.
Para personas como Alain, muy trabajadoras, generosas, buenos hijos e hijas, excelentes amigos y seres humanos, que conforman la comunidad LGBTQ+ cubana, también está proyectado el nuevo Código de la Familia.
“He sentido el dolor de la discriminación, por eso estoy feliz de que, al fin, puedan concretarse todos los derechos para todas las personas y que no se nos defina o se nos clasifique por nuestra orientación sexual o de género.
“No somos diferentes y es maravilloso que nuestro país reconozca nuestros derechos, como a los heterosexuales, pues solo así podremos llevar una vida normal, tener oportunidad de trabajar y vivir como merecemos, sin que se nos rechace por una u otra razón o por lo que está estipulado.
“Ser libres de tomar a nuestra pareja de la mano, sin acoso, sin burlas y tener el derecho de poder constituir un matrimonio y formar una familia con la persona que amas, con todas las garantías legales.
“Creo que se necesita que las personas reflexionen, no se dejen llevar por criterios que escuchen sin haberse leído, cuidadosamente, el proyecto y ante todo se ‘pongan en los zapatos’ de los seres humanos a quienes este nuevo Código de Familia intenta proteger y entonces decida”, comentó.
Mientras aún se desarrolla el debate en torno al Código de las Familias, es importante recordar que otorgar la igualdad de derechos a las parejas del mismo género es la reivindicación de un derecho humano fundamental, que se le ha negado a la Comunidad LGBTIQ+ como colectivo por mucho tiempo; se trata, por tanto, de rectificar un error y dar otro paso hacia una sociedad más inclusiva.
Historia 3
El primer paso para crecer como sociedad es reconocer las dinámicas que se dan en nuestro seno, la diversidad de hogares que se han formado, a la par de la vida que evoluciona y demanda leyes, propósitos y personas que evolucionen con ella.
Todos tenemos entre nuestros amigos y conocidos, personas que han sido, durante mucho tiempo y algunos toda la vida, madres o padres de sus nietos, sobrinos y hasta de vecinos. Basta con volver la mirada al barrio o hacer un breve ejercicio de la memoria para dar con un ejemplo de ello.
Conocemos a una señora que, de abuela, se convirtió nuevamente en mamá. Su hija tuvo un bebé con problemas auditivos severos y ella se lo dejó a su madre para continuar con su vida de mujer sin descendencia, así de rápido y así de simple.
La abuela, ahora reconvertida en mamá, y sin una queja, pues ya sabemos que ninguna buena madre arroja tierra sobre sus hijos, asumió el cuidado de su nieto, Nene, sin problema alguno. Nene creció y siempre la llamó de la misma forma: Mami.
Era esa Mami quien se encargaba de todo: escuela, alimentación, sustento económico. Pero nunca se le dio la posibilidad de ser la tutora legal del menor pues su madre biológica estaba viva y era ella quién tenía la guarda y custodia del niño, aun cuando el chico apenas la conocía.
Mami nunca pudo darle una garantía legal, una verdadera garantía a su familia. Nene no era su hijo y mientras la madre biológica existiera era ella quien tenía el poder sobre el menor.
Ahora, con el nuevo Código de las Familias, más justo e inclusivo, las abuelas como Mami tendrán la posibilidad de lograrlo, podrán proteger su herencia para quienes quieran legarla y no vivir temerosas de que un día, una madre o un padre, totalmente ausentes, le arrebaten lo que tanto sacrificio le costó crear.
Con el nuevo Código los abuelos gozan de preferencia para la delegación del ejercicio de la responsabilidad parental (art. 141) o para que le sea atribuida, temporalmente, siempre por razones justificadas y de acuerdo al interés superior de niñas, niños y adolescentes, la guarda y el cuidado de sus nietos (arts. 147 y 165).
También tienen el derecho a la comunicación familiar y de solicitar al tribunal la comunicación en caso de que se les negase por los titulares de la responsabilidad parental (arts. 156 y 279) así como en los pactos sobre el divorcio no puede evadirse determinar el régimen de comunicación familiar y el derecho de los hijos menores de edad de relacionarse personalmente con las abuelas, los abuelos y demás parientes o personas con las que tengan vínculos afectivos (art. 289).