Una fragua de Unidad

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Israel Velázquez González. Foto: Elder Leyva.

 

Muchos le deben su preparación integral y la fragua de su ideología, otros, un periodo de su vida laboral de ricas experiencias, de aplicar conocimientos y contribuir a su conducción en la misión de capacitar y preparar a los militantes, dirigentes y cuadros de las organizaciones políticas y de masas.


La escuela provincial del Partido de Holguín Pedro Díaz Coello cumple este 20 de noviembre 44 años, y en reconocimiento a la memorable fecha ¡ahora! digital tocó la puerta de Israel Velázquez González, su primer director en la sede edificada en la capital provincial, donde ha permanecido hasta nuestros días.


Aunque la etapa de dirección de Israel en esta escuela fue efímera, debido a otras responsabilidades que le asignaron en el Partido, sí constituyó un baluarte en la construcción del edificio y el empuje que tuvo el centro en la preparación de los militantes y cuadros holguineros en los años de 1977 a 1980.


En su casa de la calle Libertad, entre Aricochea y Cable, a sus 81 años de edad, Israel recuerda aquella prolifera etapa, que le correspondió guiar a sus 37 años, recién llegado de sus estudios en la Universidad del PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética), a donde había ido por las cualidades y experiencias alcanzadas en sus diversas labores como funcionario del Gobierno de la región Holguín-Gibara.


Contrario a su salud, le acompaña una memoria envidiable y acertada elocuencia. Mientras dialogamos por casi dos horas en la sala de su hogar Israel asombra por su amplia capacidad y cosmovisión en temas políticos. Habla de los derroteros de la actuación de Estados Unidos hacia Cuba, y recalca la claridad que debemos tener en cuanto a sus objetivos, que “siempre serán los mismos, hasta más agudizados, pues si algo cambiarían seria el método, como intentó hacer Obama”, dice.


La lectura siempre fue su plato fuerte, por eso en su formación marxista- leninista cuentan las páginas de “El imperialismo, fase superior del capitalismo”, de Vladimir Ilich Lenin, lo que le hizo comprender mucho mejor el fenómeno de los “vecinos” del Norte y a la vez alimentar sus convicciones revolucionarias y también le valió para conducir los procesos de la Escuela provincial del Partido, que hasta entonces estaba organizada de otra manera en el municipio de Cacocum.


“Terminé la escuela superior del Partido en el año 1977 y en septiembre de ese mismo año comencé a dirigir la “Pedro Díaz Coello” para realmente efectuar los movimientos que eran necesarios hacia la nueva instalación, pero en esta sede aún no se habían terminado la acciones constructivas por falta de fuerza de trabajo. Entonces junto a los alumnos de esa época apoyamos la tarea.


“Realmente ellos fueron los protagonistas -insiste-se hicieron cargo de las excavaciones y de colocar las instalaciones hidráulicas, entre otras acciones”.


Parte de ese trabajo tiene mucho que ver con el entusiasmo de aquellos estudiantes y de la certera conducción de Israel, a quien una y otra vez hay que pedirle que se despoje del traje de la modestia porque es muy cuidadoso a la hora de hablar de sí mismo, de modo que trata de no sobresalir, cuando en realidad la escuela partidista le debe el impulso de su liderazgo para erigirse y consolidarse luego como lo que es hoy, una universidad política.


“En aquel momento Holguín vivía un desarrollo en la Educación de forma general, y la educación de carácter político-ideológico fue de un gran valor porque realmente se logró con la participación de compañeros que venían con la experiencia de Cacocum y mostraron interés en echar a andar la escuela como estaba previsto.


“El hecho de traer la escuela hacia la capital provincial era fundamental porque iba a permitir la incorporación de una cantidad mayor de alumnos de la ciudad, no solamente de los municipios. Inicialmente eran alrededor de 300 alumnos”, comenta.


Entonces se tomaron medidas y se organizaron los primeros cursos de seis meses de duración, en el que participaron militantes del Partido que eran trabajadores de organismos y otros aspirantes a la militancia.


“En estos cursos de preparación, se les daba conocimientos sobre el Marxismo -Leninismo, se estudiaba la dialéctica materialista y teórica y todo lo relacionado con la historia nuestra, la Revolución y su líder Fidel Castro y el PCC que estaba en una etapa de fortalecimiento mayor, en el sentido de la posición internacional que teníamos para enfrentar las dificultades.


“Había un grupo de profesores que venían de la escuela de Cacocum que también tenían la experiencia porque ya habían estado impartiendo conocimientos de preparación militar y eso contribuyó mucho a esa formación allí de la escuela”, narra.


¿Qué impacto tuvo para Holguín contar con esta institución en aquellos años?


Fue muy beneficioso y de mucha ayuda en el desarrollo de la ciudad y de la provincia como tal, porque tuvimos la oportunidad de mantener contacto con los municipios que estaban en pleno desarrollo, como Moa, Sagua de Tánamo y Mayarí y fortalecer el conocimiento no solo teórico, sino práctico de los dirigentes que estaban al frente de estos territorios.


Holguín vivía una etapa de desarrollo y movimiento constructivo. Fidel inauguró en ese entonces la escuela vocacional José Martí, se construía el estadio Calixto García, y así se estaba impulsando un grupo de obras de impacto social muy importante.


¿Lo más emotivo de la etapa?


Pienso que el estado de dedicación y acción para lograr los objetivos planteados. La unidad existente entre los compañeros que atendían todos los procesos, desde el abastecimiento, la elaboración, hasta los servicios de limpieza, etc., como creo que lo ha mantenido.


Esa misma unidad se manifestaba en la atención con los alumnos, con quienes se sostenían conversaciones y se hacían visitas a los centros donde trabajaban, todo con el fin de lograr que el que pasara la escuela, aunque fuera en un curso básico, alcanzara una base firme de conocimientos para poder enfrentar el progreso del país. Lo más importante es no ir a la improvisación, sino que se adquiera disposición para seguir cultivándose.


Al insistirle en que indudablemente constituye un referente importante para las nuevas generaciones de dirección de la escuela, Israel comenta que aunque en los últimos años ha estado menos vinculado al centro tiene el criterio de que los sucesivos directores, entre ellos Graciela y Milagro, fueron capaces de mantener y desarrollar una compresión de la necesidad de evolucionar, una de las cuestiones que contribuye a que la escuela continúe, como parte de ese proceso generacional tan necesario, atemperándose a los nuevos contextos, buscando los nuevos métodos de desarrollar y orientar el trabajo político-ideológico y de labrar las potencialidades de liderazgo de quienes entran a sus aulas.


Junto a su esposa Ivelice, el octogenario Israel disfruta de sus años de jubilación, de la familia, integrada totalmente a la comunidad, mientras abraza sus recuerdos y promete asistir, salud mediante, a las actividades del próximo aniversario de la Escuela provincial del Partido.

 

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Author: Yanela Ruiz González
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Lic. en Estudios Socioculturales, periodista de la Casa editora ¡Ahora! Especializada en temas de Educación y Educación Superior Fan de las redes sociales

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