I'm a dreamer, but…
- Por Ania Fernández Torres
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Antes de conocerlo, durante los ardorosos debates constitucionales, la red social Facebook me mostró la agilidad mental y el humor cáustico de un joven de nombre José Enrique, de respuestas tan inteligentes y oportunas, como las de quien tiene en sus manos un caleidoscopio que le permite mirar un asunto con sus diversas aristas y colores.
Cuando lo conocí personalmente, ni su pelo largo, ni su “barba culta de polvo”, ni esa imagen de vikingo desenfadado en plena Ragnarok, pudieron ocultar de mi ojo veterano a ese chico hermoso como la luna llena que lleva dentro, porque es alta la frecuencia en la que late y rotunda su vibración positiva.
Luego supe que “de casta le viene al galgo”, porque procede de una estirpe que se desvive por otros y siempre cumple sus promesas. Ya entrevisté al padre, motor impulsor del Plan Turquino holguinero, en estas mismas páginas, por ello quise saber primero cómo José Enrique Agüero Pérez, hoy presidente de la ACCS en Holguín, compartió a su viejo con las montañas holguineras y me respondió: “En realidad las montañas compartieron a papi conmigo”.
Cuenta que ese padre atento prefería la abogacía u otra profesión y no a un comunicador y por ello, al principio, no estaba muy feliz, pero el chico insistió porque desde niño, sorprendentemente, se sentía atraído por los comerciales y la publicidad, incluso miraba los nylon que envolvían los caramelos una y otra vez, pero no sabía que existía una carrera para aprender a hacer esas cosas.
Acerca de los inicios de la vocación, dijo: “Siempre fui de letras, no amo los números. Anita una profesora del preuniversitario, me estimulaba a escribir, pero también influyó el barrio, porque crecí rodeado de periodistas, observando el trabajo de Aroldo, Rodobaldo, Rondón, entre otros.
“Eso despertó mi interés por las palabras, pero después llegó a mis manos un libro instructivo sobre las especialidades universitarias y me decanté por la Comunicación Social pues no quería limitarme solo a los medios".
En el tiempo que estuvo en la Universidad de Las Tunas se mantuvo muy activo y trabajó en divulgación de la FEU. “La primera acción propia de mi carrera la hice en esa etapa, pues preparamos la campaña del VIII Congreso de esa organización estudiantil, con su plan de actividades, logotipo, pullover, sueltos, entre otras cosas, todo a golpe de cañón. Ver el resultado del trabajo fue muy estimulante, mi primer reto.
“En el quinto año hice mi investigación de la campaña Más Holguineros Más Podemos y ahí tuve el primer contacto con la ACCS. Cuando me gradué fui a trabajar para los Joven Club de Computación, pero me vinculé a la Asociación como activista y cuando terminé el servicio social, empecé a laborar en la ACCS, al poco tiempo fui elegido vicepresidente y en enero del 2018 asumí la presidencia.
“Actualmente en el equipo administrativo somos tres personas y tenemos ya 151 asociados, algunos son trabajadores estatales y otros freelancers. Cuando comenzamos éramos jóvenes, no pasábamos de los 25 años de edad como promedio, pero siempre contábamos con la ayuda y el consejo de Fabio Ochoa, que es fundador y fue, durante muchos años, el Presidente de la ACCS, que este 25 de junio cumplió su Aniversario 30.
Confiesa que “tuvo que ponerse las pilas” para llenar el espacio que dejaron otros como Fabio y Jaime Yohan y que le han tocado cuatro años muy difíciles, entre la crisis económica y la COVID-19. “Nosotros nos autofinanciamos, hubo un año en que se suspendió la capacitación, una entrada considerable de dinero, las arcas estaban casi en cero, tuvimos que innovar y remar muy duro para tener, ahora, récords por estos conceptos”, señaló.
Acerca del actual momento tan favorable para la comunicación, a raíz de la exigencia específica del Presidente de la República, comentó: “Hay una evolución y se demanda que la comunicación incida también en procesos tan sustantivos como la producción de alimentos, el desarrollo local y la comercialización de rubros exportables, entre otros importantes temas.
“Nos toca organizar el proceso de comunicación, establecer contactos, dar la información interna y externa, pues para exportar productos hay que poner especificaciones y cumplir con principios esenciales de la comunicación, aspectos que deben hacer los especialistas. Muchas veces se pierde dinero del Estado por invertir tiempo y dinero con quienes no saben de comunicación.
“A veces se asume que la comunicación puede hacerla cualquiera. Hay convocatorias para plazas de esta especialidad cuyos requisitos solo son que se exprese bien y tenga buena presencia. Se reduce la comunicación al mural, el Facebook o a presentar al director en un evento y los comunicadores no deben estar tan preocupados por hacer cosas, sino por conocer lo que tienen que hacer y cómo.
“Es saber potenciar con la comunicación los valores, no solo divulgarlos, no descuidar el clima organizacional y la influencia hacia lo externo y no solo en los medios de comunicación, sino también en la proyección comunitaria de cada entidad, que en ocasiones es el medio de publicidad más certero y barato: hacer feliz a tus clientes y que ellos vayan por ahí hablando bien de ti.
“Aunque se ha ganado más cultura al respecto, ya se trabaja con planes de acción y con estrategias de comunicación. Ya estamos ‘cocinando’ una nueva estrategia de comunicación que incluya proyecciones o salidas de los objetivos de desarrollo hasta el 2030 que tiene la provincia y deberá incluir los importantes propósitos de sostenibilidad”, aseveró.
Entre los principales retos refirió que la comunicación ocupe el lugar que merece, los profesionales tengan las condiciones que demanda este proceso en las entidades, se defina el marco regulatorio legal para la comunicación y se les reconozca, a los creativos, la cobertura de asistencia y seguridad social, entre otros importantes detalles.
“Hay mucho talento aquí, gente que hace trabajos de publicidad para trabajadores no estatales o negocios ‘por lo bajo’ porque no hay regulaciones legales. Cuba tiene que abrirse a la publicidad, los patrocinios, las industrias culturales, que son de las más prolíficas del mundo y podremos, talvez, exportar servicios de publicidad. Hay países pequeños que lo hacen y sería maravilloso insertarnos en ello”, afirmó con pasión.
Actualmente es profesor de la Universidad de Holguín, ha impartido Diseño, Gestión de organizaciones y dice utilizar su propia historia de vida para que los estudiantes vean que, con perseverancia, pueden llegar a lograr sus objetivos y como política de este mandato incorpora a los que cursan la carrera, en la modalidad por encuentro, a las actividades de la Asociación.
José Enrique vive rodeado (doy fe de ello) de excelentes amigos que le recuerdan que no está solo. Muchachas y muchachos como él que han logrado mantener una amistad durante años, son como líneas que se ramifican y siguen encontrándose, porque no dejan las cosas al ciclo natural de la vida, no cejan e insisten en reunirse y es algo, realmente, increíble.
Ariadna, su esposa, es la contraparte de su vida, afirmó, tiene muchas cosas que a él faltan. “Nos complementamos, es muy dulce, tierna, pero de carácter fuerte, le agradezco mucho porque ha sido mi cómplice, me apoyó en todas mis cruzadas, y ahora hace solo unos meses llegó Samuel, que es ‘la guinda en el pastel’. Como padres queremos darle todo y lo disfrutamos al máximo”, dijo.
Este joven, quien tiene justo la misma edad de la asociación que dirige, sueña con poder armar una Agencia de Comunicación, una especie de consultoría sobre esta temática. “Yo quiero vivir de hacer comunicación con mi estilo, porque soy disruptivo, creativo y me encantaría desbordarme en lo profesional”.
Y yo, mientras escucho su discurso apasionado, lo veo ser la amalgama de sus amigos o me entretengo en responder las “tareas semióticas” de su perfil personal de Facebook, sin dejar de observar al niño hermoso dentro de él, confío plenamente en su esperanza, porque sé que hay mucha gente en este país como él y como Lennon, que dicen: “I’m a dreamer but, I am not the only one”.