Haciendo historia desde las alturas de las líneas eléctricas

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Cuando pequeño se quedaba observando la forma en la que trabajaban los linieros y afirma que admiraba su valor: “Me asombraba como subían los postes con espuelas, pero nunca imaginé que yo llegaría a ser uno también y en cuanto supe de una convocatoria, me presenté.”
 
Así, en fecha 1ro de Mayo de 1995, llegó a la Empresa Eléctrica de Holguín Adrián Alain Reyes Bolot, actual Jefe de Brigada de Línea en Inversiones y merecedor de la Distinción Ñico López, por sus 25 años de trabajo ininterrumpido en el sector, que se entrega en el marco de las actividades por el 14 de Enero, Día del Trabajador Eléctrico.

“Inicié en el departamento de soterrados, que atendía las subestaciones y el mantenimiento de los hoteles, hospitales y otros, -explica Reyes Bolot- y en el 98 pasé el curso de liniero y luego de graduarme comencé en la OBE Holguín”.

Desde su incorporación al área de Inversiones en 2001, participó en la electrificación de diferentes poblados en Gibara, Mayarí, Calixto García y Báguano.

“Mi trayectoria como liniero ha sido difícil, pues por motivos de trabajo me he albergado 21 años de los 25 que llevo laborando en la empresa. He pasado aprietos, he permanecido en lugares buenos, lugares malos en condiciones extremas, siempre cuidándome y cuidando a los que están conmigo”.

 
Su trabajo es meritorio, por lo que ha sido reconocido en varias ocasiones. Además, participó en la recuperación de diferentes provincias tras el paso de fuertes ciclones: Charley, en La Habana (2004), Iván, en Pinar del Río (2004), Dennis, en Matanzas (2005), Mathew, en Baracoa (2016), Irma y María, en Villa Clara (2017 y 2018) y Laura, en Santiago de Cuba (2020).

“En este trabajo hay peligros todos los días. Es de alto riesgo y he pasado mis sustos también, -dice Adrián mientras recuerda que- en una ocasión estaba haciendo el enlace de Pinar del Río con Guanajay, luego del paso del Huracán Charley y un camión, cuyo chofer no vio las señales, chocó contra nosotros, y el poste en el que yo estaba subido dio dos vueltas en el mismo lugar. El otro compañero y yo nos abrazamos prácticamente en el aire. El susto más grande de mi vida”.

La experiencia se adquiere con los años. Pero Adrián reconoce la complejidad de trabajos como la preparación de la línea 110 kV del Fuel oil de Moa, que prácticamente se hizo con espuelas en tiempo récord y la 110 kV Banes-Antilla, en la que hubo que intercambiar trabajos con dos tipos de estructuras, postes y torres, bajo la lluvia en terrenos escabrosos.

“Habría que ser liniero para saber en verdad cómo es. La vida de nosotros es dura. Sales de la casa y tienes que dejar allí los problemas. Es al sol todo el tiempo y no puedes desconcentrarte en preocupaciones.”

Ser un buen trabajador no completa al hombre. Pues sería casi imposible sin el apoyo de la familia. En este sentido, Adrián Reyes vive orgulloso de la que ha construido, del amor de sus cuatro hijos y le brillan los ojos cuando piensa en la más pequeña, esa que “siempre está arriba de mí. Yo digo que yo trabajo todos los días con seguridad para ver a mi hija al final de la jornada y darle un beso”.

“Combino trabajo con la casa. Ayudo a mi mujer en todo lo que puedo, no vivo de esos prejuicios de que ¨el hombre no tiene que cocinar¨. Además he tenido momentos difíciles pues he perdido días importantes junto a mis hijos: aprender a caminar, la primera palabra, no pude estar cuando el nacimiento del menor de los varones, me he perdido muchos cumpleaños familiares y he tenido que trabajar en fecha de los míos”.

Es un argullo llevar la electricidad al pueblo, señala este modesto liniero, “… quedan los buenos recuerdos de la gente agradecida cuando le ponemos la corriente en su barrio. Hay quien ha dicho que somos héroes y eso nos llena de orgullo”.

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