Amar a la Patria

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Martí expresó: ¿… que son además de polvo y memoria, aquellos que en un sueño de sangre salieron sin culpa y sin miedo de la vida…?. ¡Son inocentes! Es la primera frase que llega a mi mente cuando pienso en lo sucedido el 27 de noviembre de 1871, el asesinato injusto de los estudiantes de medicina.

De espaldas al pelotón de fusilamiento, arrodillados, con las manos atadas y de dos en dos, como si fueran traidores, fueron fusilados 8 jóvenes que pagaron con su vida un crimen que no cometieron: profanar la tumba de Gonzalo de Catañón, periodista español y mártir del Cuerpo de Voluntarios de La Habana.

Este Cuerpo estaba conformado por criollos simpatizantes con la metrópolis que olvidaron que Cuba merecía ser independiente y su maldad requería una necesidad de sangre, sin importarles sacrificar la vida de jóvenes inocentes cuyo único pecado era desear un país libre.

La historia confirmó que nadie se ocupó de averiguar la verdad de los hechos. La alevosía del crimen la reafirmaba el que solo cinco estuvieron en el cementerio, los otros 3 fueron escogidos al azar.

Hombres dignos, como el profesor Domingo Fernández, que defendió, hasta el último momento, la inocencia de sus estudiantes, la perseverancia de Fermín Valdez Domínguez que no cesó hasta encontrar los cadáveres de sus amigos muertos, demuestran la nobleza y la confianza de saber inocentes a quienes a pesar de todo declararon culpables.

Han pasado 149 años desde que esta fecha pasó a formar parte de la lista que demuestra la opresión y el genocidio que ha enfrentado Cuba durante su proceso de independencia.

Fue una sentencia brutal, improcedente, cruel. Este hecho sigue activo en la memoria de cada cubano verdadero, confirma el espíritu independentista de esta nación.
 

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Comentarios  

# Holguinero 100% 27-11-2020 09:05
Excelente artículo
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