El ingenio de Luisito

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Esperaba sentado en la sala de su casa, firme como un soldado, me cuenta su mamá. Lo imaginé frágil por su discapacidad. Sin embargo, sorprende por la fortaleza de quien no teme a nada, menos a los retos que la vida le impuso desde su nacimiento.
 
Seis meses tenía Luis Estrada Cruz (Luisito), cuando sus padres fueron advertidos de las dificultades que tendría para caminar. Sobrevino entonces la atención con varios especialistas de neurología y ortopedia en las que se evidenció la ocurrencia de una parálisis cerebral, que causó una lesión estática del sistema nervioso central.

Recuerdan Xiomara Cruz y Ernel Estrada, sus padres, cuanta angustia causó la noticia. Pero no se amedrentaron y siguieron al pie de la letra las indicaciones médicas para rehabilitar al niño y lograr su locomoción.

En este empeño ayudó mucho el abuelo paterno Walter Cruz (Terito), que “ha estado conmigo siempre, me hizo unas paralelas y fue el primero en enseñarme a caminar. Se esforzó mucho para que lo lograra”, refiere Luisito.

El jovencito, vecino de la comunidad El Manguito, del municipio de Báguanos, cuenta sobre sus días de infancia entre rehabilitaciones y otros menesteres que le imprimieron a su tiempo un nuevo sentido.

Habla con mucho cariño de sus primos Yordanis y Yunior, ambos graduados de Medicina, y del apoyo de toda la familia, no solo en la contribución para su movilidad, sino la complicidad para desarrollar su más grande habilidad: el arte de la pluma.

“Fue la maestra Laudelina Peña, quien me inspiró para desarrollarme y “desandar” otros mundos a pesar de mi dificultad (sicomotora). Tenía nueve años, y ella me decía que relataba muy bonito. Fue entonces cuando escribí mi primera historieta titulada El mundo de los invisibles, basada en unos animados que vi por la televisión”, agrega.

Luego de esta experiencia se probó también en la poesía, aunque confiesa que le dio un poco más de trabajo, sobretodo, en los inicios cuando trataba de que las palabras rimaran, hasta que conoció que los versos pueden ser libres. Sin embargo, afirma que su fuerte es la narración.

La muestra está en sus diversos cuentos. Varias son las fuentes de inspiración de Luisito, muchas veces sus narraciones son producto de pequeños detalles, inadvertidos para muchos, pero trascendentales para él, que los convierte en historias.

“Así ocurrió con Homero, el mono viajero, personaje que construí a partir de un monito que crearon en Art Attack. Este mismo cuento lo envié a un concurso de la Asociación Cubana de Limitados Físico-Motores (Aclifim), con el que obtuve premios a nivel municipal y provincial y ahora espero los resultados del certamen nacional”, dice.

Otro es el motivo de La historia de mi vida, un testimonio que escribió el nieto de Terito, a propósito de una actividad que convocó la Aclifim, en la cual los niños con limitaciones debían contar el transcurso de su vida cotidiana.

En esta ocasión, cuenta su avance en la rehabilitación, cómo se supera a pesar de los obstáculos y transmite un mensaje de optimismo a sus similares coetáneos, al recordarles que solo necesitan fuerza de voluntad y actitud positiva para lograr los objetivos.

Las creaciones de este pequeño guerrero trascienden los límites de su natal Báguanos para ir un poco más allá de las fronteras de Cuba, pues su gran capacidad lo ha llevado además, a participar en un concurso español con el cuento Mi Bartola, gracias a la ayuda de Nora Martínez, asesora de Telecristal, con quien mantiene una estrecha relación.

Durante la etapa de cuarentena Luisito no se quedó de brazos cruzados. Además de sus actividades escolares en casa por televisión, continúo desarrollando su arte. En esta etapa surgió La Historia de Don Pedro, inspirado en un barrio cercano que lleva ese nombre.

“Este cuento narra la vida de Pedro, un rico hacendado que ayudó a un niño enfermo del corazón, y que, por esta muestra de solidaridad, lo honraron poniéndole su nombre al barrio”, argumenta.

Agradecido con la Revolución, Luisito no olvida los privilegios que le brinda, como el de no faltarle la atención y los medicamentos que necesita para llevar una vida normal. Lo muestra en los versos dedicados al Comandante en Jefe. Poesía a Fidel y ¿Quién es Fidel? expresan la tristeza que sintió al conocer de su desaparición física y la admiración eterna por el gran hombre que se preocupó del bienestar de niños como él.

En este punto de la conversación, ya se ha parado y caminado varias veces para buscar y mostrar todas sus creaciones, las que guarda como preciados tesoros. Además de la perseverancia que muestra en su andar, Luisito es un adolescente rico en espíritu, apasionado por lo que hace y eso también tiene mucho de sus horas dedicadas a la lectura.

El hábito de leer llegó mucho después. Desde entonces defiende el criterio de que los niños no deben dejar de experimentar lo que se siente al realizar esta actividad, pues “permite cultivar el conocimiento, descubrir y aprender sobre inimaginables cosas”.

Ha leído poesía y aventuras, pero su fascinación son los cuentos y las fábulas, por “las enseñanzas que ofrecen”. Se deleita con El Principito, porque “muestra el valor de la amistad y lo que realmente es importante”.

A sus 13 años, Luisito ha conseguido apreciar el valor de un buen libro, y ya piensa en los que prefiere cuando sea adulto: “A mí me gustaría ser escritor o guionista de televisión, aunque me sentiría muy feliz si pudiera estudiar informática porque me atrae mucho el mundo de la tecnología”.

Antes de despedirse dio una recomendación: “A los niños que les gusta escribir les aconsejo que prueben. Yo comencé a redactar sin esperanzas de alcanzar nada, si triunfan es un gran orgullo y si no, también, porque lo intentaron, y eso es lo que vale. El escritor baguanense Ernesto Ávila me explicó que para escribir no basta solamente tener una idea, también hace falta valentía”.

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