Maestro por amor al arte y al deporte
- Por Flabio Gutiérrez Delgado
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El orgullo y el compromiso acompañan a Roberto Batista García por los pasillos y aulas de la Escuela Integral de Deporte Escolar (EIDE) Pedro Miguel Díaz Coello, de Holguín, como si lo guiaran por ese inmenso centro docente deportivo.
Mas no quiere decir que presuma la evaluación que lo distingue como mejor profesor docente de la enseñanza secundaria en el sistema deportivo cubano, sino que requiere de mayor entrega y responsabilidad, el trabajo que por obra del arte, un día llegó a él.
Confiesa el hiperactivo profesor que nunca imaginó su futuro en el magisterio, pues siempre fue un apasionado por las artes plásticas, los experimentos y el deporte, pero fortuitamente llegó a un aula y se fue enamorando de la profesión, que hoy lo distingue como uno de los mejores de Cuba en el sistema deportivo.
A Robert, como le nombran su familia y amistades, lo conocí siempre como ese gran innovador, caricaturista y amante de la actividad física que lo ha caracterizado y evidentemente nunca presencié un turno de clases de los que él imparte a sus alumnos.
Sorprendido quedé cuando, en la clausura de los Juegos Nacionales transmitida por el canal Tele Rebelde, estimularon a Roberto Batista García como el mejor profesor docente de la enseñanza secundaria en el sistema deportivo del curso escolar 2018-2019, y sinceramente siempre pensé que sus premios llegarían como innovador o artista de la plástica, pero me equivoqué.
En el año 1987, mientras laboraba en una cooperativa de la construcción en diferentes instalaciones deportivas holguineras, Robert estudiaba en la escuela de idiomas, hasta que en 1988 su vecina y profesora de la EIDE, Lourdes Labrada, lo exhorta a impartir clases de inglés en su centro laboral.
“Allí trabajé aproximadamente cinco años, siempre como profesor de inglés en diferentes enseñanzas. Ya cuando recrudece el Periodo Especial, yo me había evaluado como cajero-dependiente y cantinero, para en 1993 comenzar a trabajar en el Hotel Playa Esmeralda.
“Dos años y fracciones estuve en el sector turístico, pero por no ser universitario me sentía en deuda con mi familia y conmigo mismo. Mis padres eran de origen campesino, pero siempre me inculcaron la ideología de transitar por el mundo de la universidad y eso todavía lo tenía pendiente”, afirmó Robert.
Del magisterio al arte
“Siempre fui un apasionado de las artes plásticas. Al tomar la decisión de culminar mi trabajo en el sector turístico, incursiono profesionalmente como caricaturista y artista plástico, con contrato en la casa de la cultura, donde comercializaba esculturas de piedra, yeso y madera”, aseveró.
En este periodo los resultados positivos también se hicieron sentir, pues en el año 1997 participa en un concurso de serigrafía y alcanza el primer lugar, además obtiene posteriormente premios en diseño gráfico, con obras en el Chorro de Maíta, Bahía de Naranjo y Guardalavaca e incursiona en eventos internacionales de Humor Gráfico que tuvieron como sedes a Bélgica, Brasil y Japón.
Alcanzó mención en el concurso “Tinta en Pie” que se desarrolló en Camagüey, todo, mientras colaboraba como caricaturistas en el periódico ¡ahora! bajo el seudónimo de Byrgos.
Decidido a impartir sus conocimientos
Dispuesto a continuar en aquella profesión que lo atrapó en la década del 80, Roberto regresó a la EIDE holguinera en el año 2003, ya como profesor integral, etapa que lo preparó para enfrentar el déficit de profesores que se ha vivido en los últimos años.
Hoy imparte asignaturas de humanidades, como Historia Moderna-Contemporánea y Educación Cívica, aunque recibió cargas docentes con horas extras en Ciencias Naturales, Historia Antigua y Matemática, disciplinas que asumió para contribuir a los grupos de los cuales es guía, ante inconvenientes de los profesores titulares.
Fue visitado en cuatro ocasiones y siempre obtuvo la calificación de MB por el nivel de desarrollo que logró en el aprendizaje de los educandos, la correcta selección y tratamiento del contenido, métodos y medios de enseñanza que empleó para la ocasión.
Con su carisma y la metodología que ha perfeccionado con el transcurso de los años, Robert ha buscado variantes, como él llama, para motivar las clases.
“En el caso de la asignatura de historia, donde se abordan personajes, territorios o sucesos, tiendo a vincularlos con algún equipo o reseña deportiva emblemática de esa región, siempre que se pueda y que esté a mi alcancé, de tal manera que me permita asociarlos a un mundo que para ellos es fundamental y entonces los mantengo animados, porque en ocasiones vienen agotados de los entrenamientos y no siempre llegan aptos a las aulas para recibir uno o dos turnos de clases”.
Muchas han sido las tareas en las que se ha destacado. Laboró en la campaña antivectorial durante 15 días, fumigando en diferentes áreas de salud del municipio capital, su destacamento resultó el mejor de la enseñanza en el aporte a la Patria.
Además es donante de sangre y ha recibido reconocimientos por la dirección municipal de los CDR por haber realizado 23 donaciones, aportó una semana durante el período vacacional para preparar y recuperar el mobiliario escolar, etapa donde reparó las mesas y sillas del grado donde trabaja.
Su tiempo libre generalmente es en la escuela, donde supervisa a sus alumnos en las áreas deportivas, porque además es un apasionado a la actividad física, pues ha practicado casi todos los deportes, sobre todo el fútbol, aunque hoy disfruta verlo y fomentarlo; formar esa cantera de futuros campeones, es algo que trae en las venas.
El amor por el magisterio y el deporte aumentó cuando sus hijos Robertico y Verónica se vincularon a ese mundo con resultados positivos en el alto rendimiento.
“Ambos son medallistas en campeonatos nacionales, en el caso del varón en torneos de judo y la hembra en polo acuático, pero cuando culminaron sus estudios en esta enseñanza, decidieron hacer sus vidas como médicos y hoy estudian para ejercer la medicina cuando se gradúen, o sea, que tuvieron buena preparación deportiva y docente.
“Ya no están en la escuela, pero continuó impartiendo las clases con mucho amor, sigo disfrutando o mortificándome en las competencias, por eso salgo de un turno de clase, voy a los entrenamientos y colaboro en lo que pueda, de ahí que cuando un equipo gana o pierde, yo me siento parte de ese triunfo o esa derrota, aunque estoy consciente que mi razón de ser aquí, es enseñarles en la docencia.
“No he trabajado estos años para obtener reconocimientos, pero si me siento muy orgulloso por lo logrado, que a su vez deviene un compromiso con mis compañeros, con mis estudiantes y me obliga a continuar superándome para ser cada día mejor.
“Esta profesión me ha dado el orgullo de formar cientos de estudiantes que hoy me ven en la calle y me continúan llamando profe, incluso campeones olímpicos, mundiales, panamericanos y centroamericanos, esos que normalmente en una casa de cualquier cubano, hacen saltar de alegría a una familia, por un resultado competitivo en algún evento, yo siento el doble porque me veo identificado en ese holguinero que vivió años aquí en esta escuela, que es mi segunda casa”, culminó Robert.
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