“Aún extraño el terreno, la emoción”

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Omar Rafael Lucero Aldaya. Foto: Alexis del Toro

Nunca antes me reí tanto haciendo una entrevista, pues mi interlocutor es un personaje ocurrente, con una vis cómica que le brota constantemente. Así es Omar Rafael Lucero Aldaya, uno de los referentes cubanos del arbitraje en el béisbol.

Se me había “escapado”, por un motivo u otro y luego regresó a residir a su tierra natal, Santiago de Cuba (2020), después de una larga estancia en Holguín. Pude verlo y saludarlo, hace unos días en el estadio Calixto García, donde fungió como chequeador (comisario) de árbitros al iniciarse la 63 Serie Nacional de Béisbol.

Se sonrió con picardía y asintió con la cabeza a nuestra solicitud, como queriendo decir vamos a complacer al periodista para que me deje tranquilo y ahí mismo se “mandó” de sus tantas expresiones... Entre anécdotas, chistes y recuerdos transcurrió la conversación, en dos sesiones, antes de los partidos Holguín-Ciego de Ávila.

“Tú sabes que a mí no me gustan las entrevistas largas, pero contigo voy a hacer una excepción como premio a la insistencia y porque te lo mereces”. acotó.

“Hace mucho tiempo que llegué a este mundo, el 24 de octubre de 1948. Mi familia es de Mella, Santiago de Cuba, donde jugué pelota en la categoría escolar.

“Tenía un amigo árbitro de béisbol, Douglas Masouht. Yo observaba su trabajo. Una tarde actuaba como tal en un torneo escolar; de repente Douglas tuvo que salir momentáneamente del juego y me dijo: “Cúbreme unos minutos desde atrás del box. Lo hice bien y así se inició mi vida en el arbitraje”, recordó.

“Le contaron a mi amigo cómo me desenvolví y desde ese momento se preocupó por enseñarme a impartir justicia en la pelota, particularmente en los certámenes municipales”.

En Santiago de Cuba, el desaparecido directivo y manager Higinio Vélez supo de un joven con perspectivas en dicha tarea y Lucero, entonces, tuvo oportunidades para mostrar sus dotes en lides locales y después provinciales. Recibió dos cursos nacionales de arbitraje, en La Habana (1971 y 1972); en el primero sumó 90 puntos y en el siguiente fue el segundo expediente.

Al año siguiente (1973) debutó en series nacionales, como suplente. Ya en 1983 era regular y su nombre se destacaba en el arbitraje, sin dejar de laborar en un central azucarero. Tenía a veces dificultades en lograr la licencia deportiva, para actuar en lo que cada vez más le apasionaba. El comisionado provincial de béisbol en Holguín, Allan Cudeiro, invitó a Omar a trasladarse para esta provincia, donde le consiguió trabajo y pudiera continuar en el béisbol; se mudó para acá en 1992.

Por mucho tiempo jefe de grupo en las series nacionales. Los terrenos de béisbol de los estadios cubanos lo vieron sobresalir en el arbitraje por más de 30 campañas, que incluyen series nacionales, selectivas y otros torneos. Seleccionado como el mejor en distintas lides.

Igualmente se distinguió en mundiales de varias categorías, juegos panamericanos, centroamericanos...en América y Europa.
Verlo actuar, especialmente detrás de home, era un show. Para cantar el tercer strike caminaba y movía sus manos con si estuviera boxeando, también tenía su estilo para señalar las bolas.

No acostumbraba a encarar a los peloteros disgustados por un conteo específico; les daba la espalda o le contestaba con una ocurrencia, algunas no publicable, que a veces hacía reir al jugador.

“Esa es mala” decía el bateador ante un lanzamiento que cantaba el árbitro. Lucero le repondía: “Sí, mala de batear”.
Al entonces jefe de arbitraje, Alfredo Paz no le agradaba la peculiar forma de Lucero de expresar los conteos. “Pues mire, lo hace muy bien”, replicó un hombre del béisbol, Charles Díaz.

“El mejor árbitro y más respetado no es el que expulsa, sino el riguroso en su desempeño, pero todos en algún momento nos equivocamos, aunque es inadmisible que en un mismo juego cambiemos de zona para los conteos”, reflexionó Omar sobre el comportamiento de los impartidores de justicia en el béisbol.

“En mi largo andar, expulsé solo a 14 , nueve de ellos lanzadores, por bolazos (desboles que se consideran intencionados)”, reconoció.

“Los pítcheres logran acostumbrarse a nuestras zonas de conteo. Algunos me decían, con optimismo, cuando yo era el principal: Hoy gano... ha variado la zona de strike, cantábamos más los lanzamientos en los extremos, ahora lo vertical, las altas”, analizó.

Lucero se jubiló en el 2013 y a partir de 2014 es chequeador de árbitros en nuestras lides domésticas: “Aún extraño el terreno de juego, el home... lo intenso, la emoción, los peloteros, la reacción del público, aunque en esta labor perdí un riñón, mas me siento realizado, además el tiempo no perdona y me reconforta seguir ligado de alguna manera (observando y evaluando a los árbitros) a lo mejor de mi existencia”.

Al evocar su vida en dicha encomienda, agregó: “Yo siempre me esmeré, para aportar lo mejor a los espectadores, peloteros y sus directivos, a pesar de tantos instantes tensos. Nunca me creí nada, siempre jovial y jaranero; el home era mi favorito para trabajar y la primera base la menos deseada, en la misma me equivoqué más...”

“El ripley llegó para mejorar la calidad de los juegos y exigirles más a los árbitros, ojalá se pudiera utilizar en todos los partidos de la serie nacional, No comparto que los jóvenes vayan directo a arbitrar, sin cursos ni preparación previa. Antes había más preocupación por la superación, estimo que deben realizarse evaluaciones rigurosas anualmente, manifestó al referirse a la actualidad.

De Santiago a Holguín, de Holguín para Santiago: ¿Con cuál de esas provincia se idenfica más Omar Lucero? “Con las dos, soy holguinero y santiaguero, mitad y mitad”, sentenció.

Author: Calixto González Betancourt
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Master en Comunicación Social, Licenciado en Periodismo. Especializado en temáticas deportivas. Responsable de la Columna “En esta Serie” por más de 30 años.

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