Historia de una mujer-araña

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En sus ojos habita un país repleto de poesía e interrogantes. Algunas bestias han sido domadas con paciencia y otras aún galopan libres. Yanelis Esquijarosa Abradelo es un enigma que se revela en capas: artista, madre, mujer-araña tejedora. Pero antes de todo eso, fue la niña inquieta a la que sus padres comparaban con una manada de monos, siempre saltando de una pasión a otra, siempre comenzando y recomenzando la increíble batalla de la vida.

Así empezó su historia: entre hilos, retazos y la máquina Singer de su abuela, aprendiendo a coser de pie porque no alcanzaba los pedales. Y en ese gesto está todo el germen de su vocación: la paciencia, la curiosidad, la terquedad de quien aprende a fuerza de amor y de repetición. Allí, en ese primer taller doméstico, inició su labor artística quien hoy teje universos con fibras y papel.

—Mi abuela no fue costurera ni bordadora, pero me hacía muñecas de trapo o con pomitos, y me enseñó el amor por las labores —me confiesa, y en su voz hay algo de nostalgia y orgullo.

En la secundaria integró un taller de artes plásticas durante seis años. Participó en exposiciones y concursos, y en 1984 ganó una medalla de plata en un certamen internacional en Finlandia. Sin embargo, el arte no fue su camino inmediato.  

—Estudié control automático, una carrera que nada tenía que ver con lo que me gustaba, pero fue lo que escogí. Muchos querían que estudiara arquitectura o historia del arte, pero me empeciné —dice, y adivino la obstinación de quien siempre ha seguido su propio hilo.

Libro arte Intención paradójica.
La ingeniería, lejos de alejarla del arte, le dio herramientas insospechadas: disciplina, capacidad de resolver problemas, paciencia y una mirada distinta para enfrentar los desafíos.  

—Ser ingeniera te permite ver la vida de otra manera. Donde otros ven un problema, nosotros tratamos de resolver. Ser electromédico me volvió disciplinada, no podía dejar las cosas para después, porque en un hospital no puedes dejar un equipo roto a medias. Mi formación me enseñó a investigar, a centrarme, a terminar lo que empiezo.

Pero el verdadero giro llegó cuando, ya trabajando como electromédico, comenzó a colaborar con la Editorial Cuadernos Papiro. Allí, entre pulpas de papel y costuras, encontró un mundo detenido en el tiempo, un refugio donde podía soñar y reinventarse.  

—Cuadernos Papiro me permitió hacer otra carrera, conocer muchas cosas que siempre me gustaron. Fue entrar en un mundo mágico, donde podía ser feliz y realizarme como persona. Se convirtió en mi proyecto de vida.

Obra ganadora en el Salón de la Ciudad 2025.
La especialización en libros-arte llegó casi por azar, cuando su habilidad para coser y su experiencia en la industria papelera la hicieron imprescindible. Un curso con la artesana y artista colombiana María Elena Hurtado Cardona la atrapó para siempre entre las fibras y las pulpas.  

—El libro-arte te atrapa. Experimenté una forma distinta de hacer, donde hay que dominar tanto el papel como el tejido. Hasta ese momento, tejía y bordaba por una parte, y veía el papel artesanal por otra. Pero ahí se unieron todos mis caminos.

Así, Yanelis Esquijarosa Abradelo fue tejiendo su destino, entre la memoria de las mujeres que la formaron y la precisión de la ingeniería, entre la urgencia de lo cotidiano y el asombro de lo artesanal. En cada puntada, en cada hoja, florece esa poesía que es habitante de sus ojos y su hacer.

Cada obra, una emoción liberada

En su casa, Yanelis, tiene su taller. Un espacio lleno de papeles, una máquina eléctrica pequeña y extraña, telas e hilos, lápices y plumones, cajas y más cajas cuyo contenido me es difícil adivinar. Es un bosque de fibras, cuadros y colores. Los objetos parecen tener memoria, voz y futuro.



— Mi segunda exposición personal se tituló “Nosotras conspiramos”, porque es lo que hacemos las fibras y yo, y todas esas mujeres que me enseñaron a tejer y bordar están presentes en mi obra —me dice, y siento que en su voz resuenan muchas voces, muchas manos. Ya entiendo por qué siento que en este cuarto los objetos también tienen algo que decir.

En el taller, mientras me muestra su nueva serie, Yanelis habla de la interrelación entre literatura, religión y feminidad en su arte. Me cuenta cómo la literatura la acompaña desde siempre: su hija se llama Ariadna, como el libro de Ariadna, y en su obra los títulos y las historias surgen de poemas, cuentos y canciones. Hubo un tiempo en que la llamaron “poli”, por polilla, me dijo. Los libros siguen siendo otro de sus refugios y motivos de inspiración. La religión aparece en símbolos y colores, en la serie inspirada en “Se cerraron y volvieron a abrirse los caminos de la isla”, basada en un cuento de Lidia Cabrera. La feminidad es el hilo conductor: la maternidad, la memoria de las mujeres que la formaron, la defensa de la identidad femenina.

—Mi obra siempre gira en torno a la mujer, la familia, las raíces. Trabajo por hacer visible lo que somos, lo que hemos heredado: la capacidad de crear y sostener —me dice, con una convicción serena, tejida de paciencia y de fe.  

Libro arte.
—Muchas de las técnicas que empleo han pasado al olvido. La mayoría de los jóvenes no las conocen, no saben que también pueden ser vías de expresión—agrega.

Ella prefiere los materiales nobles: fibras, hilos, papeles hechos a mano.  

—Aprendí a escuchar a las fibras. Son materiales dóciles, te van diciendo lo que debes hacer. Nunca puedes ir en contra del hilo o de las fibras, porque ellas mismas te muestran el camino. Cada material me genera un estado de ánimo. Cada obra es una vivencia, una emoción liberada —explica, y la imagino conversando con sus materiales, como quien dialoga con viejos amigos. 

Su proceso creativo es atípico, casi secreto.  

—No hago bocetos, no escribo proyectos. Todo lo recreo en mi cabeza, como planos. Cuando tengo una idea, pienso, miro al techo, le doy vueltas y vueltas, y cuando me siento a trabajar, la obra sale. Quizás no salga como la pensé, porque las fibras me van diciendo si debo variar algo —relata, y uno entiende que en su arte hay tanto de intuición como de técnica, tanto de libertad como de método. Para ella, su arte es un acto de escucha y de entrega, nace del diálogo silencioso entre la artista y las fibras del mundo.

Busca transmitir emociones, liberar sentimientos, provocar una reacción en el público.  

—Me gusta cuando el público interactúa con la obra, cuando sienten algo, aunque sea diferente a lo que yo sentí. Al principio tenía pánico de mostrar mis cosas, me sentía insegura, pero gracias a Yamilé Escalona me animé a hacer mi primera exposición personal, “Alma de Araña Artesana”. Sentí miedo, pero también una gran liberación.

El brillo de los premios no la deslumbra, pero sí la sorprende.  



— “Alma de Araña Artesana” obtuvo el Gran Premio Iberoarte 2022. Para mí fue una sorpresa total. Fue algo bonito, intenso, agotador también. Nunca pensé obtener ese premio, pero fue muy importante y me dio a conocer en el ámbito artístico —cuenta, todavía con asombro, como si aún no terminara de creerlo.

El Premio Colateral de la Asociación de Artistas Papeleros de la Florida, en la edición 42 del Salón de la Ciudad de Holguín, fue otro reconocimiento que se le otorgó por su obra tridimensional titulada "Mírame así: rodeada de la claridad como un nido de temblores... Ya me he ido: soy lo que queda de nada", donde utiliza pulpas de papel.

—Los premios reconocen todo el empeño, el estudio, las horas de laboratorio, los años trabajando con el papel. Me interesa lo que el papel puede aportar como obra en sí. Cada vez que se rasga, que sale defectuoso, eso es lo que me gusta: la textura, la sorpresa.



Sobre las exposiciones colectivas y personales, Yanelis valora ambas, pero reconoce que las colectivas le permiten compartir y aprender de otros artistas, mientras que las personales son un acto de desnudez y valentía. 

Los retos de mostrar su obra en espacios públicos han sido muchos: la inseguridad, el miedo al juicio, la falta de tradición en el arte textil y de fibra en su entorno.  

—Al principio tenía miedo de enseñar mis trabajos, pero lo he superado gracias al apoyo de otras mujeres, de amigas y colegas que me han impulsado a mostrar mi trabajo.

La participación en eventos provinciales y nacionales ha sido fundamental para su desarrollo profesional, permitiéndole crecer, aprender y tejer redes de colaboración y amistad. En cada exposición, en cada premio, Yanelis siente que su trabajo es validado, pero sobre todo, que su voz encuentra eco en otras voces, en otros hilos que se suman a su tejido.

El arte de Yanelis es un tapiz donde se entrelazan muchas manos y disímiles conocimientos.



—Durante la pandemia, descubrí a María Lai (Ulassai 27/9/1919 - Cardedu 16/4/2013), una artista que representa una de las figuras femeninas más importantes de la historia del arte italiano de la segunda mitad del siglo XX, y me impactó profundamente. De ella tomé la idea de unir el tejido y el papel. Después busqué a otros artistas, sobre todo mujeres, aunque también hay hombres en el arte textil y de fibra. Es un mundo amplio, diferente, que me gustaría que en Cuba y en Holguín tuviera más seguidores.

Los retos en su carrera han sido muchos: la falta de tradición en el arte textil, la escasez de materiales, la invisibilidad.  

—He superado los obstáculos con apoyo, con investigación, con pasión. Cada reto es una oportunidad para aprender y crecer —afirma.

Su relación con otros artistas holguineros le ha aportado muchísimo, ha encontrado amigos y ha dialogado también con las obras de los demás.



—He conspirado con muchas mujeres en mi carrera, como Yamilé Escalona, que me impulsó a exponer mi obra. Compartimos saberes, técnicas, sueños. Es una relación de apoyo mutuo, de crecimiento conjunto.

Para el futuro, sueña con nuevos proyectos, con seguir aprendiendo, con compartir su saber y su pasión con otros.  

—Quiero que más personas se acerquen al arte textil y de fibra, que descubran su potencial expresivo y su belleza.

Su filosofía de vida es la perseverancia, la curiosidad, el amor por el aprendizaje.  

—Mi apodo de “araña tejedora” refleja mi trabajo: siempre estoy tejiendo, uniendo hilos, creando redes. Es una metáfora de mi vida y de mi arte.

Author: Alionuska Vilche Blanco
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Graduada del Curso Nacional de Técnicas Narrativas Onelio Jorge Cardoso. Poeta y defensora del arte como herramienta para comprender y transformar el mundo.

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