La fuente de inspiración no se ha secado

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Foto: Heidi Calderón

 

Rubén Rodríguez está entre los escritores más publicados y leídos de Cuba. Llegó a la recién concluida Feria del Libro con una carrera destacada, por su madurez literaria y la consolidación de su público.


Avalan su trayectoria artística los premios Celestino de Cuento, De la Ciudad de Holguín, César Galeano, Cirilo Villaverde, Oriente; Hermanos Loynaz, La Edad de Oro, De la Crítica Literaria, La Rosa Blanca y Alejo Carpentier.


Durante la recién concluida Feria del Libro en Holguín se presentaron sus títulos La Luna en el paño, de Selvi Ediciones, y El año que nieve, publicado por la editorial Letras Cubanas, que tuvieron gran aceptación por parte del público; el segundo, se agotó en tiempo récord. ¿Cómo se siente al tener tanta aceptación de los lectores de su ciudad?


-Feliz. Satisfecho. Retado y comprometido a seguir a la altura de las expectativas del público. Que tenga tan buena acogida el libro que ganó el Carpentier es una buena señal, porque es una colección de relatos a la que tengo mucho aprecio. Lo del libro para niños ha sido maravilloso, con esa presentación especial que le preparó la compañía Palabras al viento. Comienzo a trabajar con la editorial Selvi, que publica libros para niños, y la colaboración será fructífera a juzgar por la aceptación de los más pequeños hacia ese cuaderno. Un día después de la Feria, he vuelto a trabajar en mis proyectos literarios.

 

Foto: Cortesía del entrevistado.


Hace poco leía una publicación tuya en una red social encabezaba por la frase: “Celestino te cambia la vida…” ¿Cómo es que te cambió la vida ser el primero en obtener Premio Celestino de Cuento?


-Desde muy joven tuve la vocación por la escritura y la había abandonado por no creerme apto para ejercerla, me sentía mediocre para practicar la literatura. Haber obtenido el Premio Celestino de Cuento con “Flora y el ángel” fue como un espaldarazo, me cambio la vida porque me ofreció seguridad en los textos de ficción. El jurado compuesto por los escritores Eugenio Marrón, Lourdes González y Guillermo Vidal hizo posible con su elección la publicación de mi primer relato y me dio el impulso que necesitaba para comenzar una carrera literaria. Un par de años después, gané el Premio de la Ciudad con el libro de cuentos Eros del espejo, y el año siguiente, Premio de la Ciudad en novela, con el libro Majá no pare caballo. Ahí comenzó una carrera que no se ha detenido hasta el día de hoy. El “Celestino” me cambió la vida dándome confianza para comenzar una carrera de escritor.


Ha tenido una larga trayectoria tanto en la prensa como en la obra narrativa. ¿Qué tiene mayor jerarquía en su vida, el periodismo o la literatura? ¿Cuál cree que ha sido tu clave del éxito?


-Yo no pondría a competir al periodismo con la literatura porque existen vasos comunicantes entre ambos; puedo decir que en algún momento me sentí más periodista que escritor. Creo que 20 años después de haber empezado a escribir textos de ficción me siento escritor, ahí incluyo el periodismo. La columna que llevo en el periódico ¡ahora! es deudora del periodismo narrativo y de mi propia ficción; por esas semejanzas no las pondría a competir. Mis consejos para lograr un resultado: no perder de vista al público, ser muy cuidadoso en la selección de las historias que se narran, en la construcción de personajes y atmósferas, en la búsqueda de verosimilitud. Llevar de la mano también las técnicas narrativas. No convertirse en un esclavo del público y sus exigencias, sino tener en cuenta las características y las expectativas de las personas que van a leer tus libros o tus textos periodísticos.

 


En el 2019, con el cuaderno El año que nieve, se alzó con el Premio Alejo Carpentier en el apartado de cuento. ¿Qué ha significado ese galardón? ¿Por qué escribir historias de conflictos realistas, como la prostitución y el acoso sexual?


-Soy un admirador de la literatura y del periodismo de Carpentier. El Premio de Cuento Alejo Carpentier 2019 es un lauro largamente deseado, felizmente obtenido y disfrutado eufóricamente; cierra una etapa creativa en mi vida. Mi primera publicación fue en el 1999 y en el 2019 gano el Carpentier, siento que fue un período de crecimiento de estilo, motivos, temática a tratar y en logros técnicos, por eso digo que el Premio es un cierre de una primera etapa creativa. Las historias las escojo porque siento que mi público necesita este texto, o lo va a apreciar; a esa razón se debe el tratamiento de una u otra temática en un libro que tiene una profunda vocación testimonial de mis circunstancias, de mi contexto, de mi realidad.


En la vigesimonovena edición de la Feria Internacional del Libro de la Habana obtuviste el Premio del Lector con el libro infanto-juvenil La retataranieta del vikingo. ¿Que significó para ti obtener tan alto galardón? ¿Por qué crees que el título tuvo tanta aceptación entre en los lectores?


-El Premio del Lector es el reconocimiento a los libros más vendidos, significa que las personas lo buscaron y lo prefirieron entre otros títulos. De los cuatros libros de la saga, La retataranieta del vikingo es el más completo como novela, técnicamente y en argumento también; por ser autorreferencial, se conecta con los libros anteriores y resuelve conflictos planteados desde el primer libro. Para mí, es muy importante la opinión del lector; yo escribo para hacer feliz a al público y que el lector me dé un premio es valioso porque significa que he hecho felices a un grupo grande de personas. No se hace arte para uno mismo, el artista tiene un compromiso social.

 


En el año 2020, participaste en el Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar, donde te ganaste una mención con “El año del cerdo”. ¿Fue escrito originalmente para la convocatoria del concurso? ¿Es real o producto de tu fértil imaginación la historia de Lalito y su padrastro?


-El cuento existía y coincidió con la convocatoria. Cada una de mis historias tiene una raíz de realidad, tienen un referente real, contextual. Los personajes no vienen de la nada no se inventan del aire, parten de personas y de historias reales que uno conoce. En mis textos, nunca vas a encontrar una historia tal cual aconteció, si acaso ecos que recuerdan algo que quizás sucedió.


El semanario ¡ahora! del cual eres editor cumplirá en el próximo mes de noviembre sesenta años; de esos sesenta tú has formado parte de treinta, ¿por qué editor?


Editor, por algo tan simple como la “política de cuadro”, yo era la reserva del Jefe de Redacción anterior y cuando me correspondió, ocupé ese puesto. Aprecio mi labor porque me permite trabajar y mejorar textos, aplicando mis conocimientos periodísticos. Trabajar en el periódico ¡ahora! ha sido una gran experiencia, por su alto nivel profesional y la calidad humana de su colectivo, que me dio muestras de aprecio desde mis primeras prácticas docentes, en el año 1987. Hace 30 años que trabajo en el periódico y no he pensado en irme de allí.


En el 2021, a raíz de tu contagio de COVID-19, escribiste una crónica titulada El milagro de la vida en zona roja, testimonio humanista que tuvo gran aceptación popular, la historia formó parte del Concurso ¡ahora! por dentro, donde alcanzaste el Gran Premio. ¿Esperabas esa reacción del público y la premiación?

 

Fragmento del reportaje "El milagro de la vida en zona roja", publicado en el semanario ¡ahora! el 13 de febrero del 2021.


-Cuando ocurrió el proceso de enfermarme de la COVID, al que siguió un protocolo hasta el ingreso; yo sabía que debía escribir, que esa vivencia no se podía quedar en el sufrimiento o anécdota futura. Cuando tuve claro que no tenía peligro para mi vida, me dediqué a contarlo desde la terapia intermedia del Hospital Militar Fermín Valdés Domínguez, algo que me ayudó también con la parte psicológica de la enfermedad. En los lectores, se produjo una reacción de identificación con el cronista, con la persona que estaba sufriendo. Sabía que era un buen texto a pesar de que por problemas de espacio solo se publicó la mitad; no obstante, yo estaba consciente de la calidad de otros trabajos en concurso, y el resultado fue una sorpresa. Al menos, cumplió su cometido: resaltar la labor del personal sanitario, al cual dedico mi gratitud eterna.


¿En qué te encuentras inmerso actualmente? ¿Qué crees que le falta por hacer a Rubén?


Actualmente, trabajo en varios proyectos de escritura para niños y para adultos. A la vez, espero ansiosamente la salida de cuatro libros que están en edición, todos para niños. Tengo pendiente, a mediano plazo, participar en otros concursos, como el Casa de las Américas o quizás volverme arriesgar con el Julio Cortázar. No pienso dejar de escribir porque, afortunadamente, la fuente de inspiración no se ha secado.

 

Foto: Heidi Calderón

 


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