“Siempre tuve definida mi vocación por las Matemáticas”
- Por Ania Fernández Torres
- Publicado en Holguín
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Los frondosos tamarindos del patio de su casa cubrían más de la mitad del solar de la mía. Era el espacio predilecto de nuestros juegos infantiles, la cuna de todas las maldades en las que Elisa casi nunca participaba, porque ella es, desde siempre, el modelo de hija que todo padre quiere tener.
Bien lo sabemos chicos y chicas del barrio porque nuestras madres, agotadas de lidiar con rodillas peladas, ropa sucia o desgarrada, broncas por juguetes y mínimos horarios de estudio, nos rogaban que fuéramos modestas, tranquilas, estudiosas, pulcras e inteligentes como “Machy”, el apelativo que tuvo desde antes de nacer, pues su padre Emilio, estaba convencido que Daysi, su esposa, traía un varón.
Madrugada tras madrugada de desvelo ese padre, uno de los hombres más gentiles de este mundo, empujaba un velocípedo por el largo pasillo de la casa hasta que su nena caía rendida del sueño y el juego preferido de ambos era preguntarse capitales de diferentes países, a ver quién respondía más.
Era una niña brillante pero tímida. Lloraba tanto en el pre escolar, que la mamá decidió no llevarla, pero fue igual en primero y en segundo grados. Solo empezó a superar la timidez a partir del tercer grado, cuando llegó a su vida, como profesora, Lalita Curbelo Barberán.
A partir de este momento Elisa Zaldívar Pupo recitaba poesías en los matutinos, tenía siempre las mejores notas en las escuelas, participaba en todas las actividades y tenía responsabilidades en las organizaciones pioneriles y juveniles. Gustaba del deporte, la cultura, pero lo suyo eran las matemáticas.
“Siempre tuve definida mi vocación por la Cibernética Matemática, tenía claro que mi carrera giraría alrededor de esta asignatura. Como soy tan apegada a mi familia, pedí la carrera para Santiago de Cuba, porque estaba relativamente cerca, pero, causalmente, en ese curso no abrió primer año y me la dieron para la Universidad Martha Abreu, de Las Villas, y me fui para allá. Por supuesto el llanto volvió, terminé el primer semestre, pero las vacaciones en casa complicaron todo otra vez y no pude continuar.
“Regresé a Holguín y matriculé un curso de programación de computadoras, que ofertaba el DATINSAC, que era así como se nombraba lo que hoy es Desoft.
El curso era por la noche y en el día impartía clases en diferentes entidades que preparaban a sus trabajadores para que alcanzar el noveno grado. Esto hizo que me convirtiera en una persona más independiente.
“Comencé a trabajar en DATINSAC como programadora en diferentes sistemas que tenían que ver con la gestión empresarial. Culminé, con título de oro, la carrera de Ingeniería Industrial y en la escuela de idiomas me gradué de Inglés y Esperanto, de este último fui hasta un congreso en La Habana.
Terminé la Maestría en Matemática Aplicada e Informática para la Administración de Empresas, en la Universidad de Holguín, pues me gusta aprovechar el tiempo en la superación profesional, que también se convierte en superación personal, pues aumenta el número de amigos y mejora mis relaciones”, acota con esa humildad a toda prueba.
Debido a su excelente trabajo fue seleccionada, en 1987, como mejor trabajadora del año y premiada con un viaje a la Unión Soviética. En 1998 formó parte de un grupo de especialistas que trabajó en España, como parte de la preparación de programas informáticos para asimilar la llegada del nuevo milenio.
Ha realizado, además, trabajos para Brasil en proyectos para la gestión de la actividad cafetalera, y de intranet hotelera en República Dominicana así como en un sistema para la gestión de la cadena puerto-transporte-economía interna y forma parte del equipo nacional de calidad de software de Desoft, lo cual permitió que, en 2018, se certificara con la entidad alemana International Software Quality Institute, como probadora de software e ingeniería.
A finales de ese año es la coordinadora del proyecto de gobierno electrónico, para el portal de la provincia, así como para los portales municipales que desarrolló Desoft.
Acerca de su labor comenta: “Siento gran pasión por el trabajo, me motiva mucho lo que hago, siempre me he mantenido en esta actividad, a pesar de haber tenido otras propuestas, porque es lo que me gusta hacer y no me imagino haciendo otra cosa.
“Realmente siempre he recibido mucho apoyo de mi familia. Mi esposo comparte todas las actividades hogareñas. Compartimos la educación del niño y nunca ha puesto obstáculos para mi desarrollo profesional, todo lo contrario, me anima.Quizás influye su profesión de Cibernético Matemático y que trabajamos en la misma empresa.
“Mis padres han sido mi ejemplo a seguir por su humanidad y sencillez. Se alegran mucho de mis éxitos. Forman parte de mi motivación por lo que hago y disfruto mucho compartir con ellos cualquier tema relacionado con mis actividades. Mis hermanos, dos varones, me apoyan también y para ellos sigo siendo siempre su niña, que es como me dicen, a pesar de ser la mayor.
Sobre los sueños que le quedan por cumplir cuenta: “Me gustaría participar en algún evento de tecnología, donde pudiera nutrirme y actualizar mis conocimientos. Quisiera hacer un doctorado en mi especialidad y que en esta Cuba nuestra imperara la disciplina, la limpieza, la tranquilidad ciudadana, con elevada calidad de vida, donde el trabajo fuera el principal estímulo y motor impulsor del desarrollo”.
Elisa ama el béisbol, ha practicado voleibol, aeróbicos, yoga y ejercicios tibetanos, que favorecen el cuerpo y el espíritu. “El baile es ese enano que mato en cada fiesta, porque me hubiera encantado ser parte de una gran coreografía de excelencia”, confiesa y pienso en el extraordinario poder de la voluntad y el valor de los buenos padres y maestros, que fortalecieron las alas de esta mujer, quien fuera una niña tímida con miedo a los aviones.