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Juan Carlos: Cuando se quiere se puede

Juan Carlos campesino dia ATH 1Fotos: Alexis del Toro

Labrar la tierra nunca ha sido un centro laboral para Juan Carlos Batista Prieto, porque heredó esa pasión de su padre, la cual, con entrega y amor desempeña desde pequeño, motivado por los avatares de la vida.

El menor de los 23 hermanos de sangre paternal nació para ser faro y guía, predicando con el buen ejemplo, en la primera línea de combate y presto para alcanzar los objetivos propuestos, con la fe de trabajar fuerte para no depender de la suerte, porque no tiene cojín para acomodarse en las dificultades cotidianas.

Confiesa sentirse campesino antes de que brotaran sus dientes, porque su padre era dueño de tierra en el Consejo Popular Las 40, en el municipio de Urbano Noris, donde gateó por el surco, entre hortalizas, arbustos y animales, esquivando los problemas que posteriormente lo forjaron como un hombre de bien.

Háblame de esa niñez campesina...

- Desde pequeño ayudé a mi papá en las labores de la finca, junto a mi madre y los tres hermanos que vivían conmigo. A mí manera contribuía en la producción de alimentos y la crianza de los animales, niño al fin.

Cuando tenía 12 años de edad falleció mi padre. Mi mamá nos dijo que debíamos sacrificarnos más para mantener la casa; teníamos que salir adelante y desde entonces, cambió mi vida.

A pesar de que era el más joven de mis hermanos, asumí la finca de mi papá con responsabilidad, atendiendo 21 cabezas de ganado, más de 50 cerdos, ovejos, aves, tres hectáreas para la siembra de cultivos varios, entre ellos, la hortaliza que teníamos bajo riego.

Yo me levantaba todos los días a las 3:30 de la mañana a ordeñar las vacas, acotejaba los animales y luego me iba para la Escuela Secundaria Básica a recibir las clases; así también hice la etapa preuniversitaria en el centro escolar del poblado de San Germán.

Cuando terminé la enseñanza media superior, sí era más difícil asimilar una carrera universitaria, lejos de la casa, con un cúmulo de responsabilidades que tenía en el hogar, a pesar de mi corta edad.

Mi mamá coincidió que era imposible continuar los estudios y tuve que dedicarme a tiempo completo a la finca y los animales. Mientras estuve estudiando, nunca dejé de asistir a la escuela por cuestiones de trabajo.

Me gusta trabajar el campo, por ello traté siempre de aprender y superarme en estas temáticas; creo que ahí está la clave del éxito. Transité por cursos de sanidad vegetal, la escuela política Niceto Pérez, entre otras especialidades que permitieron desarrollarme en este mundo.

¿Qué significado tiene para ti la CCS Frank País?

- Mi padre fue fundador de la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Frank País García, con resultados relevantes. Ya eso significa mucho para mí. No obstante, estoy asociado a la CCS desde los 18 años de edad.

Por la responsabilidad y los resultados que obtuve como miembro de la CCS, me propusieron la presidencia de la cooperativa cuando tenía 22 años de edad. El venidero 12 de octubre cumpliré 29 años en esta función, la cual asumo con mucho orgullo.

La cooperativa, la Revolución cubana y mi hija son las razones de mi existir. El día que me falte una de ellas, me arrancarán una parte importante de mi alma.

A esta cooperativa le he entregado mi corazón y creo que por ello llegan los buenos resultados productivos y económicos. Hemos sido Vanguardia Nacional en siete oportunidades y recibimos la placa "Si el hombre sirve, la tierra sirve", la cual nos entregó el Buró Nacional de la Anap.

En estos momentos contamos con 104 asociados, 96 dueños de tierra, de ellos, 60 propietarios y 36 son usufructuarios. El resto son familiares, y una cantidad importante de productores tienen tractor. Tenemos una brigada conformada por la FMC y la Anap, un núcleo del Partido y un Comité de Base de la UJC.

¿Cómo se puede obtener buenos resultados productivos y económicos en una zona secana?

- Cuando se quiere se puede. En un territorio secano, como es la zona de Las 40, lograr resultados positivos es cuestión de empeño. Decía nuestro apóstol, que cuando el hombre sirve, la tierra sirve.

En los inicios de mi presidencia esta cooperativa era un terreno monocultivo, debido a que nada más se cosechaba maíz, pero llegó el momento que más del 30% de los campesinos cayeron en quiebra, porque perdían la producción, sin embargo, insistían en sembrar el grano.

Les inculqué a trabajar en la misma finca varios cultivos, con el objetivo, primero, de diversificar las producciones y segundo, evitar perder una cosecha completa de un producto determinado por alguna plaga u otro desastre.

Pero para lograr esos resultados debe prevalecer la limpieza en el campo y no se puede desaprovechar ni un centímetro de la materia orgánica. Cuando caiga el primer aguacero, hay que sembrar, y la planta nunca debe competir con la hierba, por eso nunca hemos perdido una cosecha y el que conoce la zona de Urbano Noris, sabe que es un área difícil.

¿Qué tan difícil es ser productor y presidente de una CCS al mismo tiempo?

- Es difícil, pero no imposible. Para exigir hay que dar el ejemplo. Yo nunca digo ve, sino, vamos. Mis tierras son las primeras que deben brillar, sino después con qué moral voy a exigirle a los campesinos.

Juan Carlos campesino dia ATH 4

¿Qué satisfacción te deja ser campesino?

- El mayor reconocimiento que me llevo es la sabiduría que se adquiere en la práctica y te proporciona buenos resultados con el tiempo, así como las relaciones humanas que he adquirido en este ambiente campestre. Me satisface producir alimentos para el pueblo, sentirme útil en la sociedad.

No obstante, gracias a la labor que desarrollamos, la CCS ha recibido varios reconocimientos y tengo el orgullo de ser Vanguardia Nacional en cinco oportunidades, fui estimulado con la medalla “Niceto Pérez”, “Romárico Cordero”, el sello 55 y 60 Aniversario de la Anap, la medalla “Antero Regalado”, entre otras condecoraciones que otorga el sector campesino.

En estos momentos tengo sembrado distintas variedades de yuca, maíz y frijol (común y soya), con muy buenos rendimientos. Una hectárea de yuca me rinde más de mil quintales, los frijoles están en 1.5 o dos. El maíz es el más discreto, porque me aporta una tonelada aproximadamente por hectárea, por las características del territorio y la sequía.

¿Los proyectos a los que te has vinculados?

- Nosotros empezamos con el Programa de Innovación Agrícola Local (Pial), pero no había tradición de que participaran las mujeres. Cuando iniciamos este programa las fincas de los campesinos eran prácticamente un desierto salino y con materias orgánicas, como, por ejemplo, el compost, logramos buenos resultados.

En el primer encuentro fue solamente un matrimonio, sin embargo, nos dimos la tarea de visitar casa a casa para sumar familias y luego teníamos a 12 mujeres reunidas con los hombres en las reuniones y los intercambios. Eso fue unos de los logros más importantes, sacar a las mujeres de sus casas, para sumarlas a las labores agrícolas.

Nos vinculamos al Programa Mundial de Alimentos que nos permitió sembrar cuatro hectáreas de frijoles y cosecharlas. Del proyecto Cádiz, de origen suizo, obtuvimos dos caballerías de tierra plagada de marabú.

Allí hicimos una vivienda y muchos de los que han visitado ese terreno afirman que es una de las mejores áreas de uso colectivo que tiene el país; está ciento por ciento utilizada en cultivos varios y ganadería. Ahora estamos asociados al Koica, un proyecto coreano-colombiano, que tiene como objetivo garantizar las hortalizas.

¿Cómo desarrollan la comercialización?

- Las personas le temen porque el campesino comercializa directamente con las empresas, sin embargo, más del 70 por ciento de los productores de mi cooperativa no quisieron contratar directamente y se hace a través de la cooperativa.

¿Preocupaciones?

El hurto y sacrificio ilegal del ganado es algo que no está golpeando fuertemente, ha sido una condena en los últimos meses esta situación y lo más triste es que andan impunes, porque no son severamente castigados.

Tenemos cuatro brigadas de vigilancia campesina que funcionan, son muy activas, pero los robos ahora no son de noche, en plena mañana, a luz del día, nos llevan los animales. Se aprovechan que estamos trabajando, nos matan el ganado y otros animales en el pastoreo.

¿Qué le dices a los jóvenes?

- A los jóvenes campesinos y aquellos que no lo son, les digo que la tierra es nuestra madre, a ella debemos entregarle todo, porque es la que nos brinda el alimento y muchas cosas más.

Muchas personas me dicen que tengo suerte, sin embargo, soy del criterio que la persona que trabaja está destinada a recoger una buena cosecha, porque se sacrifica. Nunca he usado un producto químico en la finca, la clave está en la atención a las plantas. Hemos demostrado en nuestra CCS que sí se puede, porque todos los meses entregamos la producción llueva o no.

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Flabio Gutiérrez Delgado
Author: Flabio Gutiérrez Delgado
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Licenciado en Comunicación Social. Soy un ferviente apasionado del mundo deportivo, atrapado por la magia del fútbol, pero no descuido la cultura general y siempre estoy dispuesto a aprender algo todos los días, cuando no lo hago, siento que he perdido el tiempo.

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